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Foto 2. Escuela Madrid, 1965-1
Antonio Pérez Yuste

Antonio Pérez Yuste

Doctor Ingeniero de Telecomunicación. Profesor Titular de la Universidad Politécnica de Madrid y miembro del Foro Histórico del COIT.

[segunda parte]

Centenario. Los orígenes de nuestra profesión

Se cumple este año el centenario del nacimiento de la Ingeniería de Telecomunicación en España. Para celebrarlo hemos preparado una serie de dos artículos, el primero de los cuales fue publicado en el número anterior de la revista. Una vez presentadas las circunstancias en las que nació nuestra titulación, continuamos en este número revisando los acontecimientos más relevantes que marcaron su desarrollo posterior, hasta llegar al momento presente y a su transformación en el actual Máster Universitario en Ingeniería de Telecomunicación.

En 1921, cuando la situación política en España parecía que ya no podía empeorar más, el asesinato del presidente del Gobierno, Eduardo Dato, el ‘Desastre de Annual’, el incremento de la conflictividad social y la radicalización de la cuestión regional terminó por dinamitar el modelo de ‘turno de gobierno’ entre conservadores y liberales, que había sido la seña de identidad de la Restauración. La enorme fragmentación del Congreso, con multitud de facciones enfrentadas, terminó desembocando en el golpe de Estado del general Primo de Rivera en septiembre de 1923.

Imágenes de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación, construida en la Ciudad Universitaria de Madrid en unos terrenos de, aproximadamente, 10.000 metros cuadrados, próximos a la Junta de Energía Nuclear. El edificio fue obra de los arquitectos Carvajal y García de Paredes. Fondos de la ETSI de Telecomunicación de Madrid. Fotografías cedidas por gentileza de D. Félix Pérez Martínez.

 

1930: LA ESCUELA OFICIAL DE TELECOMUNICACIÓN

Con Primo de Rivera en el poder se reorganizó la estructura del Cuerpo de Telégrafos, se modificó su modelo de ingreso y ascenso y se cerró la Escuela Oficial de Telegrafía, decisión esta última consumada en un Real Decreto emitido el 14 de diciembre de 1927 y motivada, según apuntan algunos historiadores, por el elevado número de graduados que solicitaban su excedencia en Telégrafos para continuar su carrera profesional en la incipiente industria nacional de las telecomunicaciones.

Dos años más tarde volvió a abrirse temporalmente la Escuela con la ‘sola finalidad’ de permitir que los alumnos matriculados en el momento de cerrarse tuvieran ocasión de concluir sus estudios. Asimismo, se suspendió la expedición de títulos y se sustituyó por un oficio comunicando al interesado el resultado de los exámenes de cada asignatura.

El Reglamento de la Escuela Oficial de Telecomunicación de 1930 permitió el ingreso de estudiantes españoles o extranjeros no vinculados al Cuerpo de Telégrafos

Finalmente, la pérdida de apoyos de la dictadura, el crecimiento de una oposición cada vez más organizada y una contestación creciente desde el propio Ejército, propiciaron la caída de Primo de Rivera en 1930. En su lugar, el rey Alfonso XIII encargó al general Dámaso Berenguer la formación de gobierno y la normalización de la situación política que en el caso particular de la Escuela Oficial de Telegrafía se tradujo en un cambio de nombre y en un nuevo Reglamento, dado en octubre de 1930 por el general Enrique Marzo. El texto legal recuperaba el espíritu de 1920 y borraba las sombras proyectadas por la dictadura, si bien mantenía ese carácter más profesional que había intentado imprimirle el gobierno de Primo de Rivera.

El centro pasó a llamarse, a partir de ese momento, Escuela Oficial de Telecomunicación, quedando las enseñanzas distribuidas en cuatro cursos de un año cada uno más un curso preparatorio de medio año y una reválida final. Pero lo más importante del nuevo Reglamento era que la Escuela dejaba de ser un centro exclusivo de formación del Cuerpo de Telégrafos, pudiendo ingresar todos “los españoles o extranjeros expresamente autorizados” por la Dirección General de Comunicaciones. La primera convocatoria ofreció veinte plazas: diez para cubrirlas entre Oficiales y Auxiliares del Cuerpo de Telégrafos y otras diez disponibles para “españoles extraños al mismo o extranjeros”.

La conocida como Escuela de Conde de Peñalver, por encontrarse en el número 19 de esta misma calle de Madrid, fue inaugurada el 21 de abril de 1955

1955: LA ESCUELA DE CONDE DE PEÑALVER

Emilio Novoa González fue el primer director de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación y de la Escuela Técnica de Peritos de Telecomunicación de Madrid ubicadas, originalmente, en la Escuela Oficial de Telecomunicación de Conde de Peñalver. Fondos de la ETSI de Telecomunicación de Madrid. Fotografía cedida por gentileza de D. Félix Pérez Martínez.

Uno de los problemas más serios a los que se enfrentó la neonata Ingeniería de Telecomunicación fue la falta de una sede estable y de unas instalaciones adecuadas. La Escuela General de Telegrafía se ubicó provisionalmente en 1913 en unas oficinas de la Dirección General de Telégrafos, en el antiguo Palacio de Moctezuma, en la calle de Echegaray número 21 de Madrid, donde permaneció dos años. Desde allí pasó a un ‘pisito’ alquilado situado en el número 16 del Paseo de Recoletos. Y en 1934 se movió a una casa de la calle Ferraz, esquina a la calle Quintana, también en Madrid. Tras la Guerra Civil la Escuela quedaría, de nuevo provisionalmente, instalada en un pabellón destinado a la ampliación de los talleres de Telégrafos hasta que, por fin, se inició la construcción en el mismo lugar de la que iba a convertirse, finalmente, en la primera sede real de la Escuela.

La conocida como Escuela de Conde de Peñalver, por encontrarse en el número 19 de esta misma calle de Madrid, fue inaugurada el 21 de abril de 1955, coincidiendo con los actos del centenario de la creación del Cuerpo de Telégrafos y del primer Congreso Nacional de la Ingeniería de Telecomunicación, donde la industria del sector buscaba sacar músculo aprovechando el comienzo de la apertura internacional de España después de la Guerra Civil.

El plan de estudios vigente entonces era el aprobado en 1951: consistía en cinco años académicos, más una serie de seminarios de obligada asistencia, más una reválida final que requería la realización de prácticas externas durante un período mínimo de mes y medio, más un proyecto final de carrera.

1965 y 1971: LAS ESCUELAS DE MADRID (1965) Y BARCELONA (1971)

Edificio original de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación de Barcelona en Tarrasa (izquierda) y lugar que ocupó posteriormente en la calle Baja de San Pedro de Barcelona (derecha). Fotografías cedidas por gentileza de D. José Antonio Delgado Penín de su archivo personal.

 

La creciente industrialización de España a partir de los años 50, unida a la escasez de cuadros técnicos, impulsó la Ley de Ordenación de la Enseñanza Técnica, de 20 de julio de 1957, por la cual se transferían al Ministerio de Educación las competencias de las Escuelas de Ingeniería, así como la posterior Ley de Reordenación de la Enseñanza Técnica, de 29 de abril de 1964, dirigida a “incrementar y acelerar” la formación de técnicos de grado superior mediante un acortamiento en la duración de los estudios.

La creciente industrialización de España de los años 50 y la escasez de cuadros técnicos, impulsó la Ley de Ordenación de la Enseñanza Técnica de 1957

A partir de entonces se suprimieron los cursos selectivos y de iniciación, desplazando esta tarea a un curso preuniversitario y una prueba de madurez anteriores, propias del Bachillerato. Las ingenierías pasaron a tener un primer curso común a todas ellas, donde se impartían materias de carácter básico general: Álgebra Lineal, Cálculo Infinitesimal, Física, Química y Dibujo Técnico; un segundo curso específico para cada ingeniería, con materias también de carácter básico: Ampliación de Matemáticas, Electrotecnia, Mecánica, Electrónica, Tecnología de Fabricación, y Topografía, Geodesia y Radioastronomía, en el caso de la Ingeniería de Telecomunicación; además de tres cursos de carácter específico, más un proyecto final de carrera. Aquello representó el armazón curricular de lo que se dio en llamar ‘Plan 64’ y que sobrevivió, con diversas adaptaciones, hasta finales de siglo.

A su vez, la Ley de 1957 creó la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación y la Escuela Técnica de Peritos de Telecomunicación (más tarde, Escuela Universitaria), que cohabitaron durante un tiempo con el resto de las enseñanzas profesionales de Telégrafos en la Escuela de Conde de Peñalver, hasta su traslado final a los emplazamientos que ocupan actualmente, en la Ciudad Universitaria de Madrid, la primera, en 1965, y en el Campus Sur de Madrid, la segunda, en 1972.

La Ley de 1957 creó la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación y la Escuela Técnica de Peritos de Telecomunicación

Asimismo, se impulsó la apertura de nuevas Escuelas de Telecomunicación fuera de Madrid, siendo la primera de ellas la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación de Barcelona, creada en 1971 y ubicada en un edificio desocupado de Tarrasa que aspiraba, entonces, a ser la sede de la Escuela de Maestría Industrial. Tres años más tarde la Escuela se trasladó a un edificio cedido por la Diputación Provincial de Barcelona, en el número 7 de la calle Baja de San Pedro, pasando a partir de 1978 a un edificio, primero prefabricado y luego definitivo, en la zona del actual Campus Norte de Barcelona.

1983: LEY DE REFORMA UNIVERSITARIA

El final de la dictadura del general Franco en 1975 y la posterior transición a la democracia vino acompañada, también, de una profunda reforma de la universidad española. El Ministerio de Educación ordenó aumentar hasta seis los cursos académicos de las ingenierías para acomodar más holgadamente el Trabajo Final de Carrera, sin que dicha ampliación significara un incremento en el número de asignaturas o de horas lectivas. Aquella medida fue adoptada en 1976 por la Escuela de Madrid, pero no por la de Barcelona, que mantuvo inalterado su plan de estudios de cinco años. A pesar de ello, seguía siendo el ‘Plan 64’ en los dos casos.

Años después, la entrada en vigor de la Ley de Reforma Universitaria (LRU) de 1983 permitió la distribución de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas, a la vez que creaba una carrera docente mediante el establecimiento de cuatro únicas categorías de profesorado, organizaba departamentalmente el funcionamiento docente de las universidades e introducía en su famoso artículo 11 la posibilidad de contratar con entidades públicas y privadas la realización de trabajos de carácter científico, técnico o artístico. Al calor de esta nueva Ley se produjo una transformación, sin precedentes, de las Escuelas de Madrid y de Barcelona, a las que en 1985 se unió la nueva Escuela de Vigo, y que buscaron en las ‘research universities’ de Estados Unidos el modelo a seguir.

Primero Vigo, en 1990, y más tarde Barcelona, en 1992, y Madrid, en 1994, adaptaron sus planes de estudio al modelo de dos ciclos recogido en la LRU

En los casos de Madrid y Barcelona la enseñanza estaba organizada en un ciclo único, llamado ciclo largo, que incluía una vía de entrada minoritaria a mitad de carrera para los estudiantes de Ingeniería Técnica de Telecomunicación. Pero primero Vigo, en 1990, y más tarde Barcelona, en 1992, y Madrid, en 1994, adaptaron sus planes de estudio al modelo de dos ciclos recogido en la LRU, el cual pretendía ser una suerte de carrera académica que favoreciera la movilidad de estudiantes entre ingenierías, así como la entrada de alumnos desde las ingenierías técnicas.

1999: EL PROCESO DE BOLONIA

El proceso de Bolonia, llamado así por la ciudad italiana donde se firmó la declaración fundacional el 19 de junio de 1999, sentó las bases para la construcción de un espacio europeo de educación superior a partir de un sistema único de tres ciclos consecutivos: grado, máster y doctorado.

La corriente de apoyo político generada a partir de aquella declaración se tradujo en España en una nueva reforma universitaria: la Ley Orgánica de Universidades (LOU), de 2001, modificada en 2007 y desarrollada ese mismo año mediante el Real Decreto 1393/2007, que establecía la nueva estructura de las enseñanzas universitarias, formada por un primer ciclo, denominado ‘Grado’, de 3 ó 4 años, más un segundo ciclo, denominado ‘Máster’, de 1 ó 2 años.

El Proceso de Bolonia sentó las bases para la construcción de un espacio europeo de educación superior formado por tres ciclos consecutivos: grado, máster y doctorado

En el ámbito de la Telecomunicación, la discusión para la adaptación a las nuevas enseñanzas de ‘Grado’ se canalizó a través de una asamblea de ámbito nacional que reunió a los representantes de las Escuelas de toda España y de las titulaciones afines a las TICs, además de una una comisión ejecutiva de siete miembros, entre los que se encontraba el autor de este artículo. La primera reunión fue celebrada por la comisión ejecutiva en Madrid, el 28 de julio de 2003, y la última fue la celebrada por la asamblea general en Cercedilla para la aprobación de la resolución final, los días 26 y 27 de febrero de 2004.

Fruto de ello se definieron dos propuestas posibles para el ‘Grado’: la primera, ofertar un único título denominado ‘Ingeniero de Telecomunicación’, que admitiese diferentes itinerarios curriculares o especialidades adaptables a las circunstancias de cada momento, y la segunda, que cada uno de los itinerarios curriculares conformaran un título independiente desde el principio. En ese sentido, se propusieron inicialmente los siguientes: Ingeniero de Telecomunicación, Ingeniero en Telemática, Ingeniero en Electrónica e Ingeniero en Sonido e Imagen. Finamente, la segunda opción, aunque con nombres diferentes según el caso particular de cada universidad, fue el modelo que prosperó y que se mantiene en la actualidad.

En cuanto al ‘Máster’, la línea de acción se desarrolló a lo largo de dos ejes: un único título de dos años que debía habilitar para el ejercicio de las actividades reguladas propias del Ingeniero de Telecomunicación y que recibió el nombre de Máster Universitario en Ingeniería de Telecomunicación, más un conjunto abierto de títulos de un año de duración, sin atribuciones profesionales, orientados a la especialización de los estudiantes de grado en un ámbito particular de las TICs.

 

El ‘Ingeniero de Telecomunicación’ Francisco Franco

La Escuela de Conde de Peñalver constaba de cinco plantas más el sótano. Las aulas estaban en las plantas primera, cuarta y quinta. Los laboratorios de medidas radioeléctricas, electrometría y telegrafía se encontraban en la tercera planta, y los laboratorios de telefonía, análisis químico y emisoras, estaban en la quinta. En la segunda planta estaban las oficinas, la Sala de Juntas y el Salón de Actos y en la planta sótano se instaló un taller, un laboratorio de radio y el archivo. El director de la Escuela, en ese momento, era Emilio Novoa, graduado de la ‘primera promoción de Ingenieros de Telecomunicación’. El acto de inauguración fue presidido por el jefe del Estado, el general Francisco Franco, quien recibió el título de ‘Ingeniero de Telecomunicación’ y el nombramiento de ‘Profesor Honoris Causa’ de la Escuela.

La liberalización de las Telecomunicaciones, también en la universidad

En paralelo con el proceso de Bolonia, el gobierno de España impulsó también, a partir de la LOU, una liberalización de la oferta académica universitaria y una uniformización de las universidades públicas y privadas, junto con la introducción de mecanismos internos de evaluación de la calidad, permitiendo que las propias universidades pudieran proponer libremente las titulaciones que desearan impartir, sin sujeción a la existencia de un catálogo previamente establecido, como había sido la norma general hasta entonces. Como resultado, se pasó de las titulaciones clásicas de Ingeniería de Telecomunicación e Ingeniería Técnica de Telecomunicación, a los más de 12 títulos diferentes de Grado y 16 títulos diferentes de Máster que existen en la actualidad, relacionados todos ellos con este ámbito del conocimiento.

 

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