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José Casado

José Casado

Chief Strategist. Digital Transf. Nokia. Miembro del GT de Transformación Digital del COIT

El 5G ha llegado para quedarse

Nuestra sociedad es móvil por naturaleza, nos desplazamos como nunca lo habíamos hecho antes por trabajo, por entretenimiento, por vacaciones… No queremos estar atados a la conexión fija. Necesitamos redes móviles cada vez más veloces, más capaces y más eficientes. Comienza el despliegue del 5G.

Nadie duda de que estamos en una sociedad basada en el dato. Lejos queda ya la economía sustentada primero en la fuerza laboral y luego en el capital. Nos encontramos ante la ‘cuarta revolución industrial’: la inteligencia distribuida en las redes de comunicaciones (la primera, segunda y tercera fueron, respectivamente, el vapor, la electricidad y los sistemas informáticos).

Somos la sociedad del ‘Big Data’ y del ‘Internet de las Cosas’, del ‘todo’ conectado con un fin establecido. Por ello, hay una generación de datos continua desde cada dispositivo: su dirección IP, el contenido que se ha transmitido o el servicio que se ha prestado a través de él, sus aplicaciones en uso y también información sobre su usuario y su ubicación, etc. Es la ‘economía del dato’.

Se estima que en 2024 un 25% de los usuarios de redes móviles en el mundo serán ya 5G

Por todo lo anterior, necesitamos las redes móviles. Hemos visto nacer una generación cada 10 años, aproximadamente: 1G en los 80, 2G en los 90, 3G en los 2000, 4G en los 2010, y 5G en los 2020. Estas redes móviles han evolucionado desde las técnicas analógicas a las digitales, de la voz a los SMS, a los datos a cada vez mayor velocidad, al uso por las personas y también por las cosas (cámaras, terminales de pago, etc.).

El 5G es un salto mayúsculo en las capacidades ya acumuladas por el 4G. Va a posibilitar formas y rangos de comunicación antes no vistos. Como en sus generaciones previas, acabar su estandarización está llevando años: el 5G empezó a definirse en 2012 pero ya hay despliegues pre y comerciales en las versiones aprobadas.

Estado de despliegue

La versión 15 del estándar 5G se aprobó en 2018 en sus dos facetas de radio: asociada al 4G existente y de radio independiente. La versión 16 estará a finales de 2019 o primeros de 2020, y la versión 17 se prevé en el 2021. Mientras, y debido a los lógicos decalajes necesarios para implementar los estándares en equipos (y terminales), hemos visto los primeros despliegues de 5G con radio asociada al 4G este año, así como los primeros terminales. Pero, si somos precisos, éstas son redes 5G todavía asociadas al núcleo de la red 4G (core) que funcionan solo en alguna de las bandas de frecuencias en las que está previsto que lo hagan.

Hacer disponibles estas bandas de frecuencias supone liberar y subastar estas bandas entre los operadores. Y ello tiene sus implicaciones, como tener que llevar a cabo la segunda migración de los canales de la TV digital terrestre (TDT), lo que se denomina ‘el segundo dividendo’. En Alemania y en Italia se han pagado ya más de 6.000 millones de euros en cada país por el espectro para el 5G… Y ya se argumenta que cuanto más se paga por el espectro, menos (o más tarde) se invertirá en el despliegue de los equipos de red 5G.

Los operadores se enfrentan a un escenario en el que, reconociendo lo mucho y mejor que aporta el 5G, las redes 4G tienen todavía un amplio recorrido tanto técnico como económico. Si agregando portadoras se multiplican las velocidades actuales, ¿por qué tener prisa en dar el salto a la nueva generación 5G cuando la actual 4G no está aún amortizada? La pregunta es: ¿existe un caso de uso que no sea viable hoy en 4G (técnica y/o económicamente)? La realidad es que los casos de uso actuales son viables, y decir esto no está en contra de reconocer que en la red 5G funcionaran ‘mejor’. Qué casos de uso serán los que necesiten sí o sí del 5G no lo sabemos, pero nadie duda de que será alguno de los asociados a determinados nuevos usos y actividades (ver el cuadro adjunto).

El primer caso de uso inviable en 4G será el que dispare y acelere el despliegue masivo del 5G. Para entonces, no nos olvidemos de que la fibra de las redes fijas será la única infraestructura capaz de procesar la ingente capacidad de tráfico generada por cada emplazamiento radio del 5G. El mundo será de fibra y 5G. Es este potencial de los casos de uso (nuevos posibles en 5G y actuales en 4G pero mejorados en el 5G) lo que lleva a reconocer que la economía y la competitividad de un país y sus empresas nunca serán posibles sin el 5G.

Operadores y proveedores

Esta reflexión concentra el interés estratégico de China y Estados Unidos, y ha desatado su disputa comercial por liderar el despliegue y beneficios del 5G. Huawei presume de ir unos meses por delante de sus competidores, pero, como compañía china que es, siempre genera duda que exija condiciones de libre comercio fuera mientras que dentro del propio país no se actúa de manera recíproca con las compañías de otros países. Las derivadas del incumplimiento de la prohibición de venta de tecnología clave a terceros países o el acceso a componentes de fabricantes foráneos, que ha promovido Estados Unidos son también, entre otras cosas, parte de la disputa.

Los operadores móviles se encuentran por tanto en la tesitura de continuar o no con Huawei c o m o proveedor. Si continúan con la compañía china, pueden tener daños colaterales debido a las prohibiciones de Estados Unidos al respecto. Pero si deciden darle de lado en el futuro, ¿cómo evolucionará la planta 4G existente tanto en la parte radio como en la parte core? Por un lado, la parte radio ‘multiRAN’ es altamente dependiente del suministrador y es la que concentra el 80% de la inversión ‘capex’ (Capital Expenditure). No se puede desmontar y rehacer. Por otro lado, la parte core es la que gestiona la inteligencia de la red móvil y es más ‘fácil’ de migrar, pero solo una vez que se haya llegado al estándar definitivo 5G, aún suponiendo el 20% de la inversión ‘capex’.

Los operadores reconocen lo mucho y mejor que aporta el 5G, pero también saben que el 4G tiene todavía un amplio recorrido tanto técnico como económico

No debemos olvidar, que la estrategia de los operadores móviles en sus departamentos de compras es tener siempre al menos tres proveedores posibles (y no sólo dos que sería el escenario en el caso de que se vetase a Huawei), por aquello de los miedos a no poder presionar suficientemente en los precios.

Para acabar de complicarlo, el potencial del 5G como red masiva ultra-eficiente, de super-conectividad basada en los conceptos del mundo del software, de la arquitectura de sistemas, del funcionamiento con aplicaciones (APIs), de la virtualización de funciones y de la segmentación en redes lógicas sobre una única red física, hace que las cuestiones de ciberseguridad asociadas al 5G se realcen por su propio potencial de ser estratégico para la competitividad global, aun a pesar de ser la ciberseguridad un aspecto nativo en el diseño del 5G. Dicho de otra forma, ¿podemos fiarnos de que quien suministra la infraestructura 5G a los operadores móviles no hace uso interesado del dato transmitido por ella? Y entiéndase aquí el concepto de ‘dato’ en el sentido que citaba al principio del artículo: es el ‘Big Data’ y el ‘Internet de las cosas’, es la ‘economía del dato’.

Casos de uso: ¿cuál será el catalizador?

Todo desarrollo tecnológico pasa por la necesidad de monetizar su uso; esdecir, encontrar un caso de uso por el cual el cliente esté dispuesto a pagar. De esta forma se amortizan (y deseablemente se generan beneficios), por el esfuerzo inversor y de operaciones de una infraestructura de comunicaciones. El 5G no puede ser menos, y así lo ha sido siempre en la historia de las telecomunicaciones y sus operadores de servicios (los telcos), incluidas las anteriores generaciones G de las redes móviles. Con ello en mente, cualquier aplicación, utilidad, solución a un problema o necesidad, mejora de un servicio existente, soporte de un nuevo modelo de negocio, etc. que use la infraestructura móvil 5G, se puede considerar un caso de uso desde el momento en el que alguien que se beneficie de ello esté dispuesto a pagar por usarla.

Si nos apartamos por tanto de la visión ingenieril, estamos hablando de casos de uso que desarrollan valores a nivel individual, empresarial o socio-económico del tipo de los indicados en el cuadro adjunto: mejoras en calidad de vida; aceleración de los procesos de innovación; aumento de la seguridad de la vida humana y reducción de los decesos y accidentes; perfeccionamiento de los procesos logísticos; avance en los sistemas de salud; aumento de la conectividad y trazabilidad de las personas o las cosas y, en general, mejora de la eficiencia de los procesos industriales, de los costes de transporte, de la seguridad y la vigilancia de los domicilios, etc.

En esta línea de vislumbrar el uso desde el punto de vista del usuario y no partir para ello de las capacidades técnicas del 5G, podemos empezar a concretar la enumeración de los casos de uso usando una de las tres grandes ventajas que aporta el 5G para mejorar la capacidad de las redes móviles: la latencia en relación con la gestión de comunicaciones donde los tiempos de respuesta son críticos.

Los casos de uso que tienen en cuenta la realidad virtual (RV) y la realidad aumentada (RA) requieren de latencias (o tiempo de respuesta) inferiores a un caso de uso donde lo que se busca es una imagen de calidad para una videollamada, donde primará más la mejora de la capacidad de las redes móviles (entendida como más densidad de usuarios y mayores velocidades) y menos el retardo en milisegundos (ms).

En el caso de uso del vehículo conectado (Vehicle-to-everything V2X) no es lo mismo la necesidad de detectar vehículos próximos en movimiento (platooning) que poner en marcha el sistema de entretenimiento e información del vehículo (infotainment). En el primer caso, unos milisegundos de más pueden suponer no frenar suficientemente rápido, no detectar un obstáculo, etc. En el segundo caso, este mismo retraso solo puede tener como consecuencia que la película que voy viendo o la información que el vehículo envíe al taller se demoren unos milisegundos más, lo que no cambia nada.

Si pensamos en los juegos online (e-gaming), fácilmente podemos razonar que en un juego de competición la rapidez de respuesta a las jugadas y a los movimientos del adversario pueden influir en las posibilidades de ser vencedor o perdedor en el juego. Por tanto, sí la latencia parece clave, más allá de la pura velocidad de conexión con el servidor del juego online. La cuestión es ¿cuántos jugadores, y cuánto dinero estarían dispuestos a pagar por tener
un compromiso de ‘Acuerdo de Nivel de Servicio’ (SLA) de latencia en su contrato con el operador? Es un caso de negocio del caso de uso. La tecnología no es el problema.

Si pensamos en que el 5G es el viabilizador de otras tecnologías como el ‘Edge computing’ y la Inteligencia Artificial, los casos de uso se pueden segmentar o vislumbrar en otro esquema (ver cuadro adjunto), según que la naturaleza del modelo de negocio sea B2C o B2B. En cualquier caso, sí, hay pocos terminales 5G aún y no son baratos, pero eso fue siempre así al principio de cada una de las generaciones G. Son cosas de las economías de escala. Lo cierto es que el 5G ha llegado para quedarse, dada su abrumadora ventaja tecnológica. No sabemos aún cuál será el caso de uso que provoque la explosión de su despliegue masivo pero lo habrá, porque se estima que en 2024 un 25% de los usuarios de redes móviles en el mundo serán ya 5G.

 

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