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Lombán Mario

Mario Lombán Rodríguez

Vicepresidente de la Asociación Española de la Carretera

Smart Roads

El futuro de la movilidad pisa el acelerador

El COVID-19 ha paralizado el mundo, alterando, no solo nuestra forma de vivir sino, sobre todo, la manera que tenemos de entender la vida. Relaciones personales y sociales, prioridades, perspectivas y rutinas han sido trastocadas radicalmente y de un plumazo por una situación insólita que transformará la humanidad de manera inexorable. Cuando logremos dejar atrás el coronavirus pocas cosas serán iguales, y ésta es una realidad de la que debemos tomar conciencia cuanto antes.

Nada hacía presagiar hace once meses -más allá de alguna que otra declaración inadvertida de algún experto desconocido recordando que, en algún momento indefinido, un nuevo virus podría empezar a circular de manera global- que el mundo iba a dar un giro de 360 grados de un día para otro. Un giro violento y abrupto que está dejando secuelas imprevisibles en muchos casos, pero perfectamente imaginables en otros.

Puestos a vaticinar los escenarios en los que nos vamos a desenvolver tras la pesadilla del COVID-19, la primera recomendación es abrir la mente y buscar la calma que sigue a la tormenta, para que la transición hacia los nuevos modelos de trabajo, de formación, de ocio o de movilidad que van a surgir desemboque en una historia de éxito.

El teletrabajo y la búsqueda de alternativas tecnológicas para entretenernos, formarnos, comprar o hacer deporte son dos de las principales consecuencias derivadas de la pandemia, las cuales pueden afectar sustancialmente a la movilidad urbana: desaparición de las ‘horas punta’, reducción de la concentración habitacional en el centro de las ciudades con la consiguiente potenciación de áreas residenciales en entornos periurbanos y rurales, acortamiento de las cadenas de suministro y generalización del uso de bicicletas y vehículos de movilidad personal, entre otros cambios significativos por venir.

Según el estudio ‘La vida después del COVID19’, de Allianz Partners, la movilidad por carretera, tanto de viajeros como de mercancías, volverá a los niveles pre-pandemia, si bien se habrá generalizado una mayor sensibilidad social y política respecto a dos cuestiones que estaban ya en la agenda de la investigación en este campo: cero emisiones y cero accidentes.

La movilidad volverá a los niveles pre-pandemia, si bien se habrá generalizado una mayor sensibilidad respecto a dos cuestiones: cero emisiones y cero accidentes

Este es el paraíso que nos prometen el coche eléctrico y la conducción autónoma. Un mundo en el que desplazarnos no implique contaminar el entorno ni sufrir lesiones de gravedad o morir.

Nuevas vías de investigación
La Asociación Española de la Carretera, que ha cumplido 71 años de existencia este 2020, ha dedicado al menos un tercio de su trayectoria a estudiar cómo elevar los niveles de seguridad de las infraestructuras viarias y cómo disminuir el impacto que la carretera y el tráfico tienen sobre el medio ambiente. La aparición en escena hace poco más de un quinquenio, también de forma acelerada y prácticamente simultánea, de dos tecnologías de ruptura, el coche eléctrico y la conducción autónoma, ha propiciado un debate en el seno de la propia Asociación sobre los encorsetados límites autoimpuestos en el campo de la I+D+i del sector viario, que ha permitido iniciar nuevas vías de investigación sobre las que se sostienen propuestas definitivas para el futuro de la carretera y de la movilidad de personas y bienes.

En este punto, surge la idea de la Smart Road, basada en la definición de un concepto amplio e integrador que incorpore todos los aspectos y esfuerzos para la mejora de la movilidad por carretera que se han puesto en marcha en los últimos años, tales como las mejoras ambientales, la tecnología para la gestión del tráfico, el análisis del ciclo de vida en la construcción y explotación, la mejora del diseño viario para tener en cuenta las limitaciones de los usuarios y las últimas soluciones para su financiación.

La crisis sanitaria, económica, social, cultural, de valores incluso, que ha traído la pandemia global puede ser una oportunidad para las Smart Roads. El reto que se plantea pasa por identificar el conjunto de atributos positivos que las definen, tanto de infraestructura como tecnológicos, también sociales, que permitan reformular el concepto de carretera, dentro de la filosofía de la Smart City, ofreciendo la posibilidad de proponer soluciones para la movilidad de personas y mercancías de una manera más atractiva, más segura, más sugerente, más fiable, más confortable… y con garantías de sostenibilidad ambiental y económica. Smart Road engloba, así, el modelo de carreteras del siglo XXI, tanto urbano como interurbano.

Un futuro inminente
Los próximos años serán cruciales para determinar el futuro de las carreteras. Las normas técnicas y los marcos reglamentarios que se están elaborando en la actualidad definirán la forma en que se construirán y gestionarán las carreteras. Los encargados de formular políticas que capten las oportunidades que la tecnología ofrece para mejorar la seguridad, la sostenibilidad y la eficiencia de las carreteras deben involucrarse en este proceso más pronto que tarde.

La crisis sanitaria, económica, social, cultural, de valores incluso, que ha traído la pandemia global puede ser una oportunidad para las Smart Roads

El futuro plantea un escenario en el que la integración entre plataformas IoT y sistemas inteligentes de transporte favorecerá la reducción en la latencia y, por tanto, una comunicación más ágil en tiempo real, dando lugar a una gestión centralizada y automatizada del tráfico, en la que la seguridad y la sostenibilidad también estarán presentes.

La conducción autónoma y conectada favorecerá, además, el rápido desarrollo del estándar de red móvil 5G, lo que representa un significativo valor añadido que llega desde el ámbito de las infraestructuras viarias al conjunto de la sociedad. Otros desarrollos de última generación, como el Blockchain o los drones, van a tener también un papel protagonista en las carreteras del futuro inmediato.

En este panorama, las TIC van a ser cruciales. Estas tecnologías han cambiado ya, de facto, la forma de entender y relacionarnos con el mundo y, como no puede ser de otra manera, se están ideando aplicaciones para la gestión del transporte propiciadas por el Big Data. Los infinitos datos serán proporcionados por dispositivos comunes como navegadores GPS, smartphones, sistemas de navegación de los vehículos o la propia carretera inteligente. Los datos masivos se convertirán en información útil mediante la identificación de patrones recurrentes y su traducción en soluciones.

La movilidad ha formado parte esencial de nuestro pasado, continúa siendo determinante en el presente y lo será, más aún, en el futuro pese al coronavirus o quizá gracias a ello, en tanto en cuanto puede significar el espaldarazo final que el sector viario necesitaba para encontrar su papel en los desplazamientos que han de llegar.

 

Carreteras del futuro

Cabe preguntarnos cómo conseguir la transformación del modelo de carreteras actuales al modelo de carreteras del futuro. Al respecto, se pueden plantear varios requisitos previos:

  • A nivel de la Unión Europea, sería deseable un programa similar al que se ha puesto en marcha para Smart City, Green Cars, Autopistas del Mar, Clean Sky, etc. El modo de transporte prioritario en los países de la Unión –que no es otro, claro está, que la carretera- requeriría de un marco específico donde desarrollar el modelo de transporte viario del Siglo XXI.
  • Desde el punto de vista de los gobiernos de los países, es preciso reconocer la necesidad de apoyar a la carretera, así como su importante papel en la economía y en la sociedad. Esta postura debería reflejarse en los Planes de Infraestructuras y en los presupuestos anuales, tanto para las nuevas actuaciones como para la conservación y rehabilitación de las existentes.
  • De cara a la innovación, es fundamental aunar esfuerzos entre el sector público y el sector privado. El sector viario tiene mucho que aportar generando ideas y valor añadido, como ha demostrado en los últimos años. En este contexto, es necesario celebrar la existencia de varias líneas específicas dedicadas al mundo de la carretera en el programa de investigación Horizonte 2020, con la esperanza de que se retomen en el que le da continuación, Horizonte Europa.
  • Los medios de comunicación son, en este punto, fundamentales para la transmisión de los valores y beneficios de todo orden que tienen las Smart Roads.
  • A nivel administrativo, sería muy positivo disponer de un sistema de etiquetado que permitiera clasificar las carreteras en función de su adaptación al concepto “Smart”; este sistema podría integrarse en un futuro en los pliegos de contratación.

Las carreteras y las organizaciones y empresas que operan en su seno tienen ante sí un reto ambicioso y complejo. Y la etapa pos-covid se presenta repleta de estímulos para su implementación.

 

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