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Foto 4 Taller de Mecánica, Gavarriato, 1920
Antonio Pérez Yuste

Antonio Pérez Yuste

Doctor Ingeniero de Telecomunicación. Profesor Titular de la Universidad Politécnica de Madrid y miembro del Foro Histórico de las Telecomunicaciones del COIT/AEIT.

Los orígenes de una profesión centenaria

Se cumple este año el centenario del nacimiento de la Ingeniería de Telecomunicación, efeméride que fue recordada en un acto virtual celebrado por el COIT el pasado 22 de abril, justo en pleno confinamiento por la pandemia de COVID-19. En esta serie de dos artículos (el segundo se publicará en el siguiente número de la revista), Antonio Pérez Yuste repasa los orígenes y la evolución posterior de la Ingeniería de Telecomunicación.

Edificio de la Escuela de Telegrafía Eléctrica, 1852 (Torre del Buen Retiro). Fuente: Carlos Viñas-Valle.

El 22 de abril de 1920, el Rey Alfonso XIII, a propuesta del ministro de la Gobernación, el conservador Joaquín Fernández Prida, sancionaba el nuevo Reglamento de la ‘Escuela Oficial de Telegrafía’ por el que se transformaban los estudios de ampliación, ya existentes en el centro, en unos estudios superiores conducentes a la obtención del título de Ingeniero de Telecomunicación. Era la primera vez en España que aparecía esa titulación superior en el marco legislativo nacional, representando el origen de la profesión que, aún hoy, conserva esa misma denominación y que es, asimismo, la antecesora directa del actual Máster Universitario en Ingeniería de Telecomunicación.

1865: LA ‘ESCUELA DE APLICACIÓN’ DE TELÉGRAFOS

Las enseñanzas superiores vinculadas a la Ingeniería de Telecomunicación tienen en España un origen injustificadamente más tardío que las correspondientes a otras profesiones equivalentes como las de Minas (1777), Caminos (1802), Montes (1843), Industriales (1850) o Agrónomos (1855).

Eduardo Vincenti y Reguera, telegrafista, diputado y alcalde de Madrid en dos periodos, destacó por su campaña reclamando la creación de una Escuela Superior de Telégrafos a imagen y semejanza de la “École professionnelle supérieure des postes et télégraphes”, fundada en París en 1878. Fuente: Wikimedia Commons. Revista ilustrada de banca, ferrocarriles, industria y seguros de 25 de abril de 1917.

A mediados de siglo XIX, la telegrafía eléctrica se había convertido ya en un habilitador tecnológico imprescindible para las transformaciones sociales de los estados liberales modernos, surgidos tras las monarquías absolutas del Antiguo Régimen. España no era una excepción y muy pronto, en 1864, el gobierno de Ramón María Narváez dotó al Cuerpo de Telégrafos de una estructura similar a la del resto de cuerpos de ingenieros del Estado. Entre otras categorías, se creó una escala de Ingenieros de Telégrafos de primera y segunda clase, cuya formación debía correr a cargo de una academia especial, llamada ‘Escuela de Aplicación’, creada al año siguiente.

Aquel fue, sin duda, el preciso momento que a la profesión le hubiera correspondido haber nacido. Pero, en lugar de ello, una intensa campaña en su contra encabezada, entre otros, por el Ingeniero de Caminos y diputado José Elduayen, hizo que el Consejo de Estado manifestara su desacuerdo con la decisión de Narváez y propusiera la desaparición de la escala de Ingenieros de Telégrafos, que el gobierno del general Leopoldo O’Donnell ejecutó en 1866. Después de aquello, la Escuela quedó convertida en un centro de formación vacío de contenido científico, dedicado tan sólo a formar a los aspirantes a ingresar en el Cuerpo de Telégrafos.

1913: LA ‘ESCUELA GENERAL DE TELEGRAFÍA’

Las dos últimas décadas del siglo XIX fueron años de enorme excitación científica y notables avances técnicos a los que un número selecto de telegrafistas en España no fue ajeno. Nombres como los de Antonino Suárez Saavedra o Eduardo Vincenti reclamaron, infructuosamente, la creación de un centro de enseñanza superior a imagen y semejanza de la ‘École professionnelle supérieure des postes et télégraphes’, fundada en París en 1878.

Las enseñanzas superiores vinculadas a la Ingeniería de Telecomunicación tienen en España un origen injustificadamente más tardío que otras profesiones equivalentes

Al menos, la insistencia de Vincenti animó al efímero ministro de la Gobernación, Bernabé Dávila, a crear en 1906 una Junta de Reformas para estudiar y decidir sobre la creación de una `Escuela Superior de Telégrafos ́ donde impartir unos estudios superiores relacionados con las comunicaciones eléctricas. Tan loable propósito quedó reducido, sin embargo, a una refundación de la ‘Escuela de Aplicación’ ya existente, que apenas vio modificado en nada su statu quo.

Pero el hundimiento del Titanic en 1912 vino, dramáticamente, a poner en valor la enorme utilidad social que tenían ya, en ese momento, las comunicaciones eléctricas. La Conferencia Radiotelegráfica Internacional de Londres, celebrada justo después del naufragio, se vio en la necesidad de ordenar el correcto uso de los sistemas de radiocomunicación de los barcos, así como de establecer los requisitos exigidos a los operadores de esa clase de equipos.

Joaquín Fernández Prida, ministro de la Gobernación con Manuel Allendesalazar, promotor del decreto que incluyó la creación del título de Ingeniero de Telecomunicación en 1920. Fotografía: Archivo del Senado.

Las conclusiones de aquella Conferencia obligaban a España, entre otras cosas, a decidir quién debía asumir la responsabilidad de expedir los certificados de aptitud prevenidos en el Convenio y Reglamento aprobados en Londres, a lo que el gobierno del conde de Romanones respondió en 1913 integrando estas nuevas competencias en la vieja ‘Escuela de Aplicación de Telégrafos’, ampliando sus cometidos bajo la nueva denominación de ‘Escuela General de Telegrafía’.

A los efectos de la presente efeméride, lo más destacado del nuevo centro fue la creación de una sección de estudios superiores dirigida a los oficiales del Cuerpo de Telégrafos, con el objeto de ordenar su ascenso profesional. No pretendía ser aún un lugar de estudio e investigación para el progreso científico de las Telecomunicaciones, sino una forma bien organizada de preparar a las élites profesionales del propio Cuerpo de Telégrafos.

1914: LA ‘ESCUELA OFICIAL DE TELEGRAFÍA’

Sólo un año más tarde, la ‘Escuela General de Telegrafía’ cambió, de nuevo, su nombre por el de ‘Escuela Oficial de Telegrafía’, quedando la sección de estudios superiores convertida en una división con dos secciones integradas dentro de ella: una primera de estudios de ampliación que, básicamente, recogía el testigo de los estudios superiores ya existentes; y una segunda, de nueva creación, de estudios complementarios de telegrafía sin hilos, que no tenía nada que ver con la formación de operadores de radiotelegrafía, sino con el estudio científico del nuevo medio.

Para ingresar en los estudios de ampliación había que obtener una de las diez plazas, como máximo, que salían a oposición entre los funcionarios del Cuerpo de Telégrafos no mayores de treinta años, debiendo acreditar los candidatos dos o más años de servicio con aparatos telegráficos. Los estudios de ampliación comprendían tres cursos distribuidos en dos años, más una memoria final que había de versar sobre “alguno de los conocimientos” adquiridos en las asignaturas de la Escuela.

Los estudios complementarios de telegrafía sin hilos, por su parte, estaban reservados para los alumnos que superaran los estudios de ampliación y que, a juicio de la junta de profesores merecieran, por sus aptitudes excepcionales, permanecer otro semestre más en la Escuela para “adquirir conocimientos especiales”.

La titulación creada en 1920 recogía el estudio de todas las materias indispensables para el completo conocimiento de la telecomunicación de la época

1920: LA INGENIERÍA DE TELECOMUNICACIÓN

La vida en la nueva Escuela transcurría, monótonamente, entre interrupciones motivadas por las muchas crisis de gobierno y un número cada vez más reducido de alumnos, debido a las dificultades en el acceso y la escasa recompensa percibida tras la superación de los estudios.

Sala de aparatos Hughes de la Escuela Oficial de Telegrafía. Extraída de la revista “El Telégrafo Español”, 15 de agosto de 1920. Fondos del Museo Postal y Telegráfico. Gentileza de Da María Victoria Crespo Gutiérrez.

 

Con el objeto de reavivar su interés, en abril de 1920, el gobierno de Manuel Allendesalazar reorganizó las enseñanzas de la Escuela pasando a ofertarse tres grados educativos diferentes: elemental, medio y superior, conduciendo el último de ellos al Título de Ingeniero de Telecomunicación. Aquella era la primera vez que se mencionaba tal titulación en un documento oficial y, por esa razón, representa formalmente la fecha tomada como nacimiento de la profesión en España.

Dicho grado superior, según el nuevo Reglamento, estaba constituido por el estudio de “todas las materias indispensables para el completo conocimiento de la telecomunicación, para el de los métodos y sistemas que puedan inventarse, y para realizar trabajos de investigación sin más límites que los que impongan en cada momento la ciencia misma”.

Taller de Mecánica de la Escuela Oficial de Telegrafía en el Paseo de Recoletos 16, de Madrid. Fotografía: Bonilla. Extraída del libro: “El Correo y la Telecomunicación”, Juan Antonio Galvarriato, ed. Espinosa, Madrid, 1920.

 

Se mantenía como norma, no obstante, el acceso a los estudios superiores entre los oficiales del Cuerpo de Telégrafos, pudiendo obtener una de las diez plazas pensionadas aquellos que cumplieran los tres requisitos siguientes: tener menos de treinta y cinco años, contar con dos años, al menos, de servicio de aparatos Morse, Hughes y Baudot, y aprobar una oposición. Aunque se aproximaba en su forma al modelo universitario, se trataba aún de una Escuela estrictamente profesional, no abierta al público en general.

La duración de los estudios superiores era ahora de cuatro años, al término de los cuales los alumnos debían redactar un proyecto que hacía las veces de ejercicio de reválida y que permitía, finalmente, obtener el título de Ingeniero de Telecomunicación.

Asimismo, el nuevo Reglamento permitía la posibilidad de que los alumnos que hubieran cursado los estudios superiores de ampliación en la Escuela Oficial, pudieran conseguir el título de Ingeniero de Telecomunicación siempre que hubieran superado, además, los estudios complementarios de telegrafía sin hilos.

 

La Primera Promoción de Ingenieros de Telecomunicación

La primera y única promoción que ingresó en la ‘Escuela General de Telegrafía’, inició sus estudios en octubre de 1914. Con el cambio de centro ese mismo año, se adaptó al plan de 1915 de la ‘Escuela Oficial de Telegrafía’, alcanzando su graduación en marzo de 1917. Cuando se promulgó el Decreto de 1920, solicitaron la homologación de sus estudios anteriores por los de Ingeniero de Telecomunicación, obteniendo el título un año más tarde. Se trata de los ‘16 oficiales’de la famosa ‘fotografía de graduación’ conocida como ‘Primera promoción de Ingenieros de Telecomunicación’, si bien ninguno de ellos llegó a cursar realmente esos estudios. En todo caso, circulan, al menos, dos versiones de dicha fotografía que, bien merece, por si sola, un artículo aparte.

 

El hundimiento del Titanic y las telecomunicaciones

La Conferencia Radiotelegráfica de Londres, celebrada después del hundimiento del Titanic, dispuso entre otras cosas: la no discriminación de las comunicaciones por razón de la marca comercial de los equipos transceptores embarcados; el establecimiento de unos periodos de escucha, llamados listening-in, obligatorios para todas las estaciones de radio costeras y embarcadas; la necesidad de que las embarcaciones clasificadas en las dos clases superiores llevaran siempre a bordo una segunda estación de radio auxiliar de emergencia, alimentada con un sistema autónomo propio; y la obligatoriedad de que los operadores de los equipos de radio embarcados estuvieran en posesión de un certificado oficial emitido por el gobierno del país al que perteneciera la embarcación.

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