

Mercedes Barrachina
Ingeniera de Telecomunicación (PhD) y SAP Innovation Lead en IBM
Historia, logros y desafíos
Mujeres en la Inteligencia Artificial
A lo largo de la historia, las mujeres han desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA), aunque su contribución ha sido muchas veces invisibilizada. Desde los primeros avances en computación hasta la actual era de la IA y el aprendizaje automático, numerosas científicas han dejado su huella en este campo, impulsando innovaciones que han cambiado el mundo.
Todos sabemos que la Inteligencia Artificial (IA) es una de las tecnologías más revolucionarias del siglo XXI, con diferentes aplicaciones que van desde la automatización de tareas hasta el proceso de toma de decisiones en diferentes industrias, tan singulares como la medicina, la educación o el sector energético.
La que es considerada la primera programadora de la historia, Ada Lovelace (1815-1852), es una figura relevante en ciencias de la computación, puesto que los conceptos que desarrolló anticipaban ideas fundamentales en IA y computación moderna. Su trabajo inspiró a Alan Turing, quien la citó al argumentar sobre los límites del pensamiento mecánico y abriendo un debate que aún sigue en discusión en la IA actual, argumentando que las máquinas no pueden generar conocimiento original.
Logros destacados de mujeres en la IA
Más allá de Lovelace, otras mujeres han contribuido significativamente al desarrollo de la IA. Un ejemplo es Grace Hopper, pionera en la programación informática y desarrolladora del primer compilador para un lenguaje de programación. Su trabajo facilitó el diseño de software más flexible y accesible, lo que resultó clave para el avance de los sistemas inteligentes.
En décadas recientes, investigadoras como Fei-Fei Li han revolucionado el campo de la visión por computadora. Li lideró el proyecto ImageNet, una de las bases de datos más influyentes en la formación de modelos de aprendizaje profundo. Gracias a este trabajo, hoy en día los sistemas de reconocimiento facial, la conducción autónoma y otras tecnologías visuales inteligentes han alcanzado niveles impresionantes de precisión.
Otra figura notable es Cynthia Breazeal, pionera en el campo de la robótica social. Su investigación ha demostrado cómo los robots pueden interactuar de manera emocional e intuitiva con los humanos, abriendo posibilidades para la asistencia en el cuidado de personas mayores o en la educación infantil.
Además, mujeres como Timnit Gebru han contribuido no solo con avances técnicos, sino también con una perspectiva crítica sobre los riesgos éticos de la IA. Gebru ha sido una voz destacada en el análisis de los sesgos algorítmicos y la necesidad de una IA más inclusiva, transparente y justa. Su trabajo pone en evidencia cómo la diversidad en los equipos de investigación impacta directamente en la calidad y equidad de los sistemas desarrollados.
A lo largo de la historia, las mujeres han desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA)
En España también encontramos referentes relevantes como Nuria Oliver, doctora por el MIT y experta en IA, Big Data e interacción persona-máquina. Ha sido directora científica de datos en Vodafone y es cofundadora de la Fundación ELLIS Alicante, dedicada a una IA centrada en las personas.
Otro ejemplo es Asunción Gómez-Pérez, catedrática de la Universidad Politécnica de Madrid y una de las figuras más influyentes en el desarrollo de ontologías para la web semántica, clave en la estructuración del conocimiento en sistemas inteligentes.
La ganadora en 2024 del premio Pioneras _IT del COIT, Valery Naranjo, también es un ejemplo de mujer española que ha contribuido al campo de la IA. Ha liderado proyectos innovadores aplicando IA al diagnóstico temprano de enfermedades como la diabetes, la hipertensión y el cáncer.
Desigualdades y caminos hacia la equidad
A pesar de estos logros, las mujeres continúan enfrentando barreras significativas en el ámbito de la IA. La brecha de género en los campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) persiste, reflejándose en una menor representación femenina en carreras técnicas, puestos de liderazgo en tecnología y en la autoría de publicaciones científicas.
Actualmente, las mujeres representan aproximadamente el 22% de los profesionales que trabajan en el campo de la IA, una cifra que evidencia una preocupante brecha de género tanto a nivel global como en el contexto español.
Esta desigualdad no sólo refleja un desequilibrio en las oportunidades de acceso y desarrollo profesional dentro de un sector estratégico, sino que también tiene consecuencias directas sobre la calidad y equidad de las soluciones tecnológicas que se generan.
A nivel internacional, diversos informes, incluido el Global Gender Gap Report del Foro Económico Mundial, señalan que la IA es una de las áreas donde la presencia femenina es especialmente baja dentro del ecosistema STEM.
Además, los sesgos de género no solo afectan a quienes trabajan en IA, sino también a los propios sistemas que se diseñan. La falta de diversidad en los equipos de desarrollo puede dar lugar a algoritmos que reproducen o amplifican discriminaciones estructurales, desde asistentes virtuales con comportamientos estereotipados hasta sistemas de selección de personal que penalizan a mujeres.
Estos sesgos no surgen de forma accidental. También reflejan los prejuicios presentes en los datos utilizados y en las decisiones tomadas durante el diseño y entrenamiento de los modelos. Por ejemplo, bases de datos históricas que reflejan desigualdades pasadas pueden perpetuar patrones injustos si no se analizan críticamente.
Asimismo, cuando los equipos carecen de perspectivas diversas, es más probable que pasen por alto impactos negativos en poblaciones vulnerables. El resultado es una inteligencia artificial que, en lugar de reducir brechas, las acentúa. Por ello, es urgente aplicar enfoques de equidad desde las etapas iniciales del desarrollo tecnológico, implementar auditorías algorítmicas con enfoque de género, y fomentar la participación activa de mujeres y otros grupos infrarrepresentados. Solo así se podrá construir una IA verdaderamente inclusiva, que responda con responsabilidad social a los retos de nuestro tiempo.
A nivel internacional, diversos informes señalan que la IA es una de las áreas donde la presencia femenina es especialmente baja dentro del ecosistema STEM
También existe un problema de visibilidad: muchas contribuciones femeninas en la historia de la IA han sido minimizadas o adjudicadas a colegas masculinos. Esta falta de reconocimiento dificulta la creación de referentes para nuevas generaciones de mujeres interesadas en el campo. Además, la escasez de mujeres en posiciones de liderazgo limita su capacidad de influir en la dirección estratégica de los desarrollos tecnológicos.
Hoy en día, la IA no solo impulsa la innovación tecnológica en prácticamente todos los sectores productivos, sino que también plantea profundos debates éticos, sociales y filosóficos. Cuestiones como el sesgo algorítmico, la privacidad de los datos, el reemplazo de empleos por automatización y la responsabilidad de las decisiones automatizadas exigen una reflexión crítica y multidisciplinaria.
Sin embargo, a pesar de su impacto creciente en la sociedad, las mujeres continúan estando significativamente subrepresentadas en el ámbito de la IA. Factores estructurales como la brecha de género en la educación STEM, los prejuicios persistentes en entornos académicos y empresariales, y la escasa visibilidad de referentes femeninos dificultan tanto el acceso como la permanencia de las mujeres en este campo. Como ya hemos comentado, a menudo sus contribuciones son minimizadas o atribuidas a colegas masculinos, perpetuando un ciclo de exclusión y desmotivación.
Por todo ello, fomentar la participación y el liderazgo de las mujeres en la IA no es sólo una cuestión de igualdad, sino también una condición necesaria para avanzar hacia tecnologías más éticas, humanas y representativas de la pluralidad social.
La diversidad en los equipos de desarrollo permite integrar distintas perspectivas, experiencias y valores, enriqueciendo los procesos de diseño y toma de decisiones. Abordar este desafío requiere una apuesta decidida por políticas educativas inclusivas, programas de mentoría, incentivos institucionales y cambios estructurales en el ámbito académico y profesional.
También es clave garantizar entornos laborales seguros y equitativos, donde las mujeres puedan crecer, ser reconocidas y ejercer influencia. Solo así será posible construir una IA verdaderamente ética, plural y al servicio de toda la sociedad, que innove y promueva justicia, inclusión y bienestar colectivo.