Investigadora en biología molecular, Sara García compatibiliza ahora su trabajo con actividades de divulgación científica en institutos y colegios. Entre otras cosas, pretende que se comprenda que un suspenso, aunque sea en Matemáticas, no implica que no se pueda desarrollar una carrera tecnológica.
Hay quien cree que las personas brillantes no tienen fracasos, pero todo el mundo tropieza y decae en algún momento. Ella misma cuenta alguno de esos momentos duros, que nos hacen desconfiar de nuestras capacidades. También promueve que, en especial las niñas, no se autolimiten a la hora de plantearse qué estudiar y a qué quieren dedicarse.
Fomento de los estudios técnicos
Una noticia de estos días nos recuerda que aún hay mucho por hacer para que no se pierda talento, por prejuicios o desconocimiento de las propias capacidades. María Alonso, la joven matemática, ganadora este año del premio que incentiva el talento en Matemáticas, confesaba que no estudió ingeniería por miedo a no valer por ser mujer: “me decían que para estudiar ingeniería hay que tener mucho ingenio y las mujeres somos estudiosas, pero no tenemos tanto ingenio”.
Dedicarse a la ingeniería no es más importante que especializarse en cualquier otra rama del conocimiento, pero es cierto que la sociedad crea su propia mitología, sobre qué es lo importante y quién puede hacer qué. La presencia pública de personas que han roto con los tabúes muestra que esas creencias prejuiciosas, arraigadas en determinados entornos, no son verdad.
El objetivo de estas actividades divulgativas es que, desde edades tempranas, quienes tienen un largo futuro por delante comprendan las posibilidades que existen y se sientan más libres a la hora de elegir a qué dedicarse.
Economía del conocimiento
Si desde las instituciones educativas se fomenta la formación en determinadas áreas del saber, es importante que lo aprendido se pueda aplicar y ampliar en un entorno social que lo demande, lo comprenda y se beneficie de ello.
Si eso no ocurre, no queda más opción, para quienes se han formado en Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) que la búsqueda de oportunidades en otro país, o trabajar en España en tareas que no necesitan tanta cualificación.
Ambas decisiones son muy frustrantes para quienes tienen que tomarlas. También suponen un desperdicio de recursos para el país, que pierde el talento de personas a las que ha formado con todo lo que eso implica. Según Eurostar, en España la tasa de sobrecualificación laboral alcanza el 36%, la más alta de la UE. El conocimiento de esta realidad influye claramente a la hora de decidir qué estudiar.