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Tribuna

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Javier Domínguez

Ingeniero de Telecomunicación.

Estado de ánimo

Además de los premios individuales, se debería distinguir el trabajo de grupos multidisciplinares en los que la Ingeniería de Telecomunicación tuviera una aportación destacada

La capacidad de trabajo en equipo es una de las competencias más solicitadas por los empleadores. ¿De qué manera podrían las instituciones profesionales fomentar esta habilidad?

¡Con qué desparpajo utilizamos la consigna de ‘trabajar en equipo’! Suele ser un recurso recurrente para motivar a un grupo o desactivar conflictos. No requiere mucha elocuencia: se supone que todos apreciamos las virtudes de los colectivos que triunfaron en disciplinas deportivas. Sabemos, además, que difícilmente se cuestionará el mensaje: aunque interiormente no se compartan las mismas sensaciones, es arriesgado mostrar contrariedad.

Lo deseable sería que al llegar a la etapa profesional ya estuviesen interiorizadas la convicción y aptitud para participar en equipos multidisciplinares. Es patente el esfuerzo en las primeras etapas educativas para cultivar en las niñas y niños la confianza, la colaboración y el respeto. Pero, a medida que se acerca el acceso a la universidad, predomina el ¡sálvese quien pueda!: lo prioritario es superar la nota de corte para la titulación y centro universitario preferidos.

Después, los estudios de ingeniería semejan una complicada prueba de fondo que el estudiante ha de superar con su esfuerzo individual. Sin embargo, en los métodos docentes debe estar presente el ejercicio del trabajo en grupo. La práctica de deportes de equipo es un excelente inductor, aunque la universidad española no destaque por promover y reconocer esta actividad colectiva, como sí sucede en otros países donde las ligas universitarias tienen relevancia deportiva y académica.

 

Cuentan que un equipo es un ‘estado de ánimo’: peculiar interpretación de la actitud de un grupo de personas que, con sus desafíos y decisiones individuales, comparten un objetivo, se complementan y se ayudan. Trabajar en equipo es una competencia que no se aprende en un curso específico de formación, pero que se consolida practicándola desde los fundamentos adquiridos en las primeras etapas educativas.

¿Cómo podrían nuestras instituciones profesionales fomentar esta habilidad y el ejercicio de participar y cooperar? No es mi intención sugerir la formación de equipos (femenino y masculino) de fútbol o baloncesto para estimular el compañerismo, la responsabilidad compartida, la cohesión… aunque quizá la iniciativa ayudaría a captar el interés de la juventud por la profesión. Pero sí lo es proponer que, además de los reconocimientos personales (Premio a la trayectoria profesional; Ingeniera o Ingeniero del año; Pioneras_IT…), se instaure un premio que distinga el trabajo colectivo de grupos multidisciplinares y en los que la Ingeniería de Telecomunicación tenga una aportación destacada.

Será fácil identificar candidaturas, ya que las tendencias tecnológicas (la analítica de los datos, la Inteligencia Artificial, el Internet de las Cosas, las ciudades inteligentes…) exigen la participación de diferentes especialidades.

Otra oportunidad surge si en las candidaturas a los premios individuales (y, por extensión, en el álbum de cromos de personajes históricos), valoramos y destacamos el liderazgo para crear equipos de colaboradores que contribuyeron a los logros obtenidos, compartiendo responsabilidades y riesgos. Recordemos que, incluso en las disciplinas deportivas donde solo hay un vencedor (tenis, ciclismo, atletismo…), detrás de este siempre existe un grupo profesional con un estado de ánimo colectivo que facilita el éxito.

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