La revista profesional sobre tecnología y transformación digital

Tribuna

Domínguez_Javier_sum

Javier Domínguez

Ingeniero de Telecomunicación.

Impacto visual: el retorno de Don Quijote

El cervantino hidalgo Alonso Quijano es consciente de que, en los tiempos actuales, no cabe blandir la lanza para arremeter contra el entuerto a Dulcinea

La legislación admite la utilización de las fachadas como soporte para el despliegue de cables y equipos de telecomunicación, aunque procurando minimizar el impacto visual. Habría que reforzar el ordenamiento y la vigilancia para evitar imágenes descuidadas.

Cuando me topé con esta imagen barrunté sobre la sensación que experimentaría el hidalgo Alonso Quijano al contemplarla. Al momento recordé su peculiar manera de interpretar la realidad y sospeché que hubiese desbarrado al ver, justo debajo del nombre de Dulcinea, señora de sus pensamientos, ese enredo de artilugios y cables que deslucen su homenaje.

Con más calma, jugué a situar al ingenioso hidalgo en pleno siglo XXI: imaginé que se habría adaptado a los nuevos tiempos pero conservando los valores del caballero andante. Supuse que, en su moderna andadura, seguiría rindiéndose a los encantos de la fantasía y se complacería en los ambientes creativos de la realidad virtual y el metaverso.

Encontraría expertos consejeros para comentarle que esa imagen es un signo del progreso en una ciudad inteligente, y que por el enredo viajan hasta los hogares las señales ópticas de las telecomunicaciones. Que la diversidad de artefactos es la molesta contrapartida de la beneficiosa competencia. Y que, además, la caja y los hilos que se aprecian a la derecha de la fotografía son vestigios de pares de cobre ya caducados que preservan la memoria histórica. Al hidalgo ingenioso no se le escapa la aparente contradicción de que unos artilugios para la manipulación de fibras ópticas, de dimensiones micrométricas, sean más voluminosos que los del cobre.

En los pensamientos del Alonso Quijano de los tiempos actuales pervive la imaginaria Dulcinea, pero es consciente de que no cabe blandir la lanza para arremeter contra los entuertos. Entiende que el buen juicio debería bastar para evitar estas imágenes. Le cuentan que en el artículo 49.8 de la vigente Ley General de Telecomunicaciones se promulga: “los operadores podrán efectuar por fachadas despliegue de cables y equipos (…) debiendo adoptar las medidas oportunas para minimizar el impacto visual”. Sostiene que para cumplir la intención legal se precisa una guía consensuada de buenas prácticas que oriente a los proyectistas, instaladores y municipios.

Lamentablemente el hidalgo Alonso Quijano solo existe en la ficción cervantina. De poco servirá su rebeldía y ánimo justiciero para obtener de las autoridades públicas la firme decisión de imponer una estética que mitigue la contaminación visual y que honre el nombre de Dulcinea. Pero más complicado se antojaba el desmontaje de la torre metálica (disculpen la autocita) que, sobre el edificio del Museo Naval, decoraba, hasta hace poco, el Paseo del Prado de Madrid y que, ahora, brilla con su ausencia.

Comparte