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Tribuna

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Teresa Pascual Ogueta

Ingeniera de Telecomunicación.

La ciencia es algo más que una excusa

El objetivo es conseguir que la ciencia y sus aplicaciones sean otra poderosa fuente de riqueza más. Exportemos tecnología y no talento tecnológico

Para transmitir seguridad y confianza, las autoridades alegan que sus decisiones se basan en lo que recomienda la ciencia. Se sugiere así que el conocimiento científico y técnico es objetivo y no sujeto a los intereses de nadie. Sirve también de ayuda para que algunas decisiones, difíciles y controvertidas, se acepten más fácilmente por quienes tienen que someterse a ellas. Se transmite la idea de que la ciencia importa, aunque luego eso no se manifieste en la legislación, ni en la estrategia de inversión.

La validez del conocimiento científico se mide por su capacidad para demostrar que lo que concluye es cierto. Toda actividad humana está impregnada de subjetividad y la mirada que hacemos sobre la realidad pasa por el filtro de nuestras experiencias. Lo que investigamos y cómo lo hacemos está imbuido de lo que sabemos, de lo que creemos y del entorno en el que trabajamos.

Aunque el balance de la aportación del conocimiento científico a la humanidad es indudablemente positivo, a lo largo de la historia se han tenido como certezas afirmaciones que no lo eran. En su momento, se consideraron verdades científicas lo que después se ha demostrado que solo eran convenciones sociales. Los colectivos afectados por esas tesis sufrieron las consecuencias.

El número de personas que se dedican ahora a la ciencia es mucho mayor y también sus orígenes y vivencias son más dispares. Esta heterogeneidad en la personalidad y circunstancias de quienes investigan amplía la perspectiva y hay menos cabida para los prejuicios. Hasta el siglo XVIII solo estudiaban los monjes y los aristócratas, más adelante la alta burguesía; ahora hay más posibilidades para las personas de cualquier estrato social, pero se sigue necesitando, como siempre, soporte económico.

El trabajo científico también se ha globalizado; un nuevo hallazgo está sujeto a la crítica que puede venir de cualquier lugar del mundo. Ahora es mucho más difícil que se dé por probado algo que no sea cierto. Estas circunstancias dan lugar a una gran competencia entre equipos de investigación por ser rigurosos y por ser rápidos en conseguir los resultados.

Conocimientos científicos y técnicos

El conocimiento científico no es la panacea que todo lo resuelve, pero no disponemos de herramienta mejor para solucionar los problemas que nos acucian. Cuanto más conocimiento, más capacidad tendremos para abordar y solventar las dificultades.

La humanidad ha avanzado por su capacidad de razonar y conocer. Porque conocer, según la RAE, es averiguar, por el uso de las facultades intelectuales, la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas. Se podría añadir que conocer es también ser consciente de lo que se ignora.

Quienes tienen el poder no siempre tienen el conocimiento. Bastaría con que tuvieran la voluntad de escuchar y razonar, pero pueden carecer del talento suficiente para hacerlo. Hemos visto un desprecio clamoroso hacia el conocimiento científico en personas que marcan el destino de millones de personas. Sin rubor han recomendado tomar lejía o han propuesto comportamientos, que sus asesores científicos desaconsejaban por completo. Detrás de esta conducta hay, probablemente, intereses personales. Sin embargo, esto no es óbice para que esos países, que ellos dirigen, tengan una potente infraestructura científica y tecnológica que les produce cuantiosos beneficios estratégicos y económicos.

Valoración del conocimiento científico y técnico

Éste podría ser el momento más adecuado para que incluso quienes desprecian lo que ignoran valoraran todo lo que quienes se dedican a la ciencia y a aplicar sus conocimientos están haciendo para ayudar a superar la situación que vivimos. Más allá de las declaraciones, que sí se esfuerzan en mostrar reconocimiento, los hechos son demoledores. El desarrollo de la vacuna española que está más cerca de poder comercializarse está dirigida por un científico que no cobra apenas por ello, y las fases de desarrollo se están ralentizando por falta de financiación. Esta vacuna española solo cuenta con dos millones de euros, y las que ya se están utilizando han dispuesto de 2.000 millones de dinero público. También las personas que trabajan en los laboratorios, o muchas de las que atienden a quienes enferman del virus pandémico, cobran sueldos muy bajos y con contratos de tres o seis meses.

El poco respeto hacia el trabajo científico tiene consecuencias económicas. Una investigadora explicaba, que muchas subvenciones se consiguen participando en proyectos europeos. Para poder optar, es preciso que quienes concurran tengan contratos indefinidos. Dada la precariedad laboral existente en los equipos de investigación españoles, no se puede participar y ese dinero se pierde.

La ciencia es fuente de riqueza

Si observamos, podemos ver que la ciencia y la aplicación de la tecnología que se deriva de ella también son un excelente negocio. Basta mirar a nuestro alrededor. No solo el teléfono móvil, poderosísima herramienta, que cabe en nuestra mano. También todo el aparataje de diagnóstico o de cirugía médica que nos alivia y cura, lo que nos transporta a cualquier lugar o lo que permite que nos comuniquemos a grandes distancias. Algunas de estas herramientas fascinantes precisan a su vez de personas con mucha preparación técnica para manejarlas y extraer todo su potencial.

Todo esto que nos rodea y que nos pasa desapercibido es producto de la investigación básica y de la aplicada.

Las empresas y países que invierten en ciencia y tecnología obtienen importantes retornos de sus inversiones mientras nosotros gastamos muchos recursos en comprar sus productos porque los necesitamos. Se lamentaba un investigador español de que no abundaran en el poder legislativo, personas con formación científica y técnica que entendieran los procesos de investigación, sus tiempos y sus necesidades.

Quienes saben de economía avisan del peligro de que un país dependa de una sola fuente de riqueza. No hay que destruir lo que tenemos, aunque algún sector ha demostrado ser muy frágil.

El objetivo es conseguir que la ciencia y sus aplicaciones sean otra poderosa fuente de riqueza más. Exportemos tecnología y no talento tecnológico.

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