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Tribuna

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Teresa Pascual Ogueta

Ingeniera de Telecomunicación.

La importancia de la educación

Urge llegar a un consenso básico sobre qué enseñar y cómo. El futuro de las personas y del país empieza en el colegio

Hay consenso social acerca de la importancia que tiene la educación. El consenso desaparece cuando se intenta legislar para que todo el mundo pueda acceder a una educación de calidad, desde la más tierna infancia. El conflicto se debe a que educación es, según la RAE, “crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes”.

La educación no solo es de interés para las familias. Los distintos poderes religiosos, económicos y políticos quieren diseñar una educación que esté en consonancia con sus intereses. El objetivo de la educación debería ser proporcionar a cada persona las herramientas necesarias para que sea lo más libre y autónoma posible, que no sea presa fácil de bulos o soflamas y que esté vigilante con quienes ejercen el poder.

Se necesita aprender desde el instante en que se nace porque se llega al mundo con la herencia genética de quienes nos precedieron, pero sin heredar sus habilidades, ni sus conocimientos. Aprendemos a andar y a hablar a base de interés y esfuerzo; los logros posteriores necesitarán del mismo entusiasmo de esos primeros años. La vida es un aprendizaje continuo y no siempre es fácil.

Educar para vivir en sociedad

Nuestro bienestar adulto dependerá en gran parte de cómo sepamos gestionar las opciones que la sociedad nos ofrece, teniendo en cuenta lo que nos gusta y también lo que nos desagrada. Entender la sociedad en la que se vive es clave y se aprende desde la niñez. También en las democracias más consolidadas, el entorno social y de mercado parece a menudo una ‘selva’ donde abundan ‘depredadores’. Hay que aprender a defenderse y para eso se necesita formación.

Educa la familia, el colegio, el barrio, la publicidad; educan también los juguetes y los medios de comunicación. Vivimos en una avalancha de imágenes y voces, y todo, absolutamente todo lo que captamos, está impregnado de ideología, de doctrina; todo educa, también a las personas adultas, pero sobre todo moldea la mente infantil. Cualquier modelo de educación que se diseñe debe tenerlo en cuenta.

Nuestra sociedad ya no es el pueblo, ni la región, ni siquiera el país. Ahora nuestro entorno es el planeta y tenemos que conocerlo. Hay que conocer también a quienes viven en el otro extremo de nuestro mundo, que se educan en valores y con expectativas diferentes a las nuestras. Eso se debe estudiar.

La opción de vivir en un entorno reducido no es óbice para que también se necesite una formación que permita entender qué pasa más allá del círculo elegido. Lo que ocurre en el otro lado del planeta afecta a la aldea más recóndita de aquí. La experiencia diaria nos demuestra que el aislamiento total es casi imposible.

Docentes
Lo que nos enseñan en nuestra infancia, y cómo lo hacen, marca nuestro futuro. Siempre hay alguien que se atreve a decir lo que seremos capaces de hacer y lo que no. Incluso hay quien ha tenido que oír que no valía para nada. Opiniones castrantes que no educan. También hay quien ha disfrutado de una frase estimulante o de un consejo salvador en un momento personal complicado. Nuestras ganas de aprender y de lograr nuestros propósitos dependen mucho de las opiniones de nuestro entorno.

Quienes ejercen la docencia tienen en gran parte la llave que abre nuestra mente y nuestro deseo hacia una disciplina u otra, por eso necesitan dominar el área de conocimiento que enseñan y también conocer las mejores técnicas de enseñanza teniendo en cuenta la madurez del colectivo al que se dirigen. Su influencia va más allá porque se aprende también por imitación, y eso ocurre en las primeras etapas de enseñanza y también en la universitaria. La forma de investigar, la manera de enfrentarse a un problema; también la forma de expresarse y de realizar tareas que no son gratas; todo se imita de manera más o menos consciente. Enseña lo que se dice y también lo que se hace. Cualquier proyecto educativo ambicioso necesita contar con profesionales excelentes.

Hay que enseñar que todo exige esfuerzo porque incluso hacer lo que nos produce placer necesita de un trabajo previo. La cuestión está en enseñar a disfrutar con el hecho de aprender. Que el aprendizaje no es la meta, sino el camino para conseguir lo que anhelamos.

El mito de las capacidades innatas
No tiene sentido que desde primaria se hable de a quién se le dan bien las Matemáticas y de a quién no. O de la habilidad innata para aprender un idioma o de la imposibilidad de hacerlo. En la educación básica se aprenden los conocimientos elementales que sientan las bases para seguir estudiando o para poder dominar lo necesario para un trabajo y todo el mundo puede aprenderlos. Eso sí, se necesita dedicación y esfuerzo por parte del entorno. Quienes tienen un bache, dudas o abandonan necesitan apoyo y alternativas.

Hay que cambiar la forma de enseñar. Asignaturas como Matemáticas, Física o Filosofía impregnan nuestra cotidianidad, pero se explican como si fueran parte de un mundo ajeno. La Historia es algo más que el pasado, enseña de dónde venimos y por qué hemos llegado a donde estamos. Son solo ejemplos.

Afortunadamente la tecnología proporciona soporte educativo de primera calidad. Conceptos difíciles en apariencia se comprenden fácilmente mediante herramientas apropiadas.

No hay duda de que todo estado democrático que se precie debe proporcionar la mejor educación a quienes viven en su seno. Urge llegar a un consenso básico sobre qué enseñar y cómo. Se necesita también un importantísimo esfuerzo inversor en formación de docentes, en personal de apoyo y en infraestructura educativa. El futuro de las personas y del país empieza en el colegio.

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