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Tribuna

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Javier Domínguez

Ingeniero de Telecomunicación.

Las edades de la red móvil: ¿una historia interminable?

El negocio de los servicios móviles es un adulto joven que todavía puede sostener un estimulante ritmo innovador

¿Se mantendrá el ritmo evolutivo de las redes móviles que camina por su quinta generación? ¿Se sostendrá el círculo virtuoso de la innovación y el negocio? Para los terminales, la historia es diferente: tienen su propia secuencia de evolución tecnológica.

Una por década: es la cadencia de las generaciones (G) de la tecnología digital para redes móviles. Todo empezó en los años noventa con el GSM identificado como la 2G (siendo la 1G la antigua familia analógica); tres décadas después la protagonista será la 5G. Lo acontecido es un referente de la sólida realimentación entre la I+D y el negocio de los servicios móviles. ¿Qué aporta la ingeniería a este círculo virtuoso? ¿Se mantendrá el ritmo evolutivo?

Pienso que los sistemas móviles son uno de los paradigmas de la Ingeniería de Telecomunicación. Incluso disponen de una cuota de red fija. El afán innovador que los caracteriza se alimenta de la diversidad de disciplinas académicas que intervienen en sus proyectos y de la complejidad de su integración.

La historia se inició con la premisa de que un usuario móvil ha de disponer de conectividad global, sin que, al desplazarse, perciba impacto en sus comunicaciones. La red, además, debe localizar automáticamente el terminal para encaminarle las llamadas y la información a él dirigidas. Hacer patente estos postulados exige disponer de arquitecturas con procesos inteligentes que brindan oportunidades para la innovación.

A ello, se añade lo que compete a la propagación de las ondas radioeléctricas en espacios con condiciones imprevisibles. Allí la Ingeniería se enfrenta al reto de facilitar la conectividad simultánea de múltiples e inesperados usuarios con un uso eficiente del espectro. El aumento del número de consumidores y dispositivos junto con la creciente capacidad de sus comunicaciones hacen que, también en este capítulo, surjan incentivos para la I+D.

Si en el puzle combinamos los procesos de la arquitectura de la red, la movilidad y variedad de las comunicaciones, con la aleatoria propagación de las ondas radioeléctricas, el proyecto adquiere tales dimensiones que no sorprende aparezcan desafíos que justifiquen diferentes generaciones.

Me detengo en la parte más compleja del puzle: el acceso radioeléctrico. Después del paréntesis de la crepuscular 3G, la tecnología elegida utiliza una solución ingeniosa: repartir la información de cada comunicación entre varias portadoras que alimentan diversas combinaciones de antenas entre emisor y receptor. Así, la I+D compite con su principal enemigo -el efecto de los múltiples trayectos en el recorrido de las ondas- con la misma táctica: diversificar las opciones de conectividad y gestionarlas según las circunstancias de lugar, tiempo y tráfico de datos.

El negocio de los servicios móviles es un adulto joven que todavía puede sostener un estimulante ritmo innovador. Sobre la asignación dinámica del espectro y la optimización de la cobertura en tiempo real podrían materializarse sugerentes expectativas. Pero ¿bastarán para justificar nuevas generaciones? o ¿se diluirá el proceso en evoluciones que puedan implantarse sosegadamente y financiarse con riesgos controlados? La cuestión es no parar.

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