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Tribuna

José casado digital

José Casado

Ingeniero de Telecomunicación.

Un mundo hiperconectado y tensionado

En el contexto actual de competencia global, la revolución digital representa el núcleo de las transformaciones geoestratégicas

El acceso desigual a las tecnologías está ampliando brechas entre regiones y comunidades

Debemos entender la naturaleza del nuevo periodo histórico en el que estamos: aquí no hay ningún orden, es un tiempo de desorden, de competición, de ver quién gana la r/evolución digital. Ya no va simplemente de balancear el uso del ‘hard power’ que se logra mediante la amenaza o el uso militar, la amenaza económica y la recompensa o la coacción, y el ‘soft power’, la capacidad de influir al cooptar a otros para que compartan los propios valores o agenda para el orden y la seguridad internacionales. No estamos en una batalla ideológica, no estamos en una batalla donde el primer frente es de carácter diplomático-militar. Es una batalla tecnológica.

John Sciutto, corresponsal jefe de Seguridad Nacional de la CNN, en su libro ‘El retorno de las grandes potencias decía’ dice que “El mundo se encuentra en una encrucijada como la de 1939” y subrayaba que “Rusia está dando zarpazos desde 2008 (Georgia), 2014 (Crimea) y la guerra total de Rusia contra Ucrania desde febrero de 2022. Putin nos desafía con su expansionismo agresivo hasta que le paren los pies. Los chinos están midiendo milimétricamente la situación para hacer lo propio en el mar del Sur de China, donde están a la gresca con todos sus vecinos y con USA, amenazando a Taiwán”

La revolución digital representa el núcleo de las transformaciones geoestratégicas. A medida que las tecnologías avanzan a un ritmo vertiginoso, las naciones y organizaciones buscan adaptarse y liderar esta revolución, enfrentando desafíos significativos como desigualdades tecnológicas, ciberseguridad, sostenibilidad y dinámicas geopolíticas.

Evolución de la tecnología y su impacto

Múltiples dinámicas se plantean en los foros mundiales:

  • La Globalización. Posibilitada por las reglas dadas de libre movimiento de personas, mercancías y capitales que tras enriquecer el libre comercio y hacer crecer la economía mundial ha devenido en: guerra de precios en los Marketplace, lucha por atraer al talento y competencia fiscal (competimos por vender un producto y lograr un puesto de trabajo en el mundo).
  • La población mundial. Envejecemos, baja la natalidad, habrá robots cuyo coste de mantenimiento marcará los salarios mínimos para ciertos empleos, los indicadores de la ONU en general han mejorado, la población por primera vez dejará de crecer en 2050, etc.
  • La gobernanza mundial. El sentimiento de que las democracias ‘no resuelven mis problemas’ hace surgir el populismo y los extremismos. Las democracias están disminuyendo frente a las dictaduras y autocracias. Aunque en términos de cantidad de países hay un pequeño aumento, en términos de calidad y fortaleza no. Si hay desinformación y manipulación, y la gente vota, ¿sigue siendo democracia? La democracia necesita una redefinición moderna.
  • La dinámica de poder. La ONU no lidera, la guerra fría entre USA y la URSS dio lugar a un escenario de multilateralidad donde USA, China, el G20 (…G8), y en menor escala Rusia, EU y los BRICS, replantean ahora el status quo y las relaciones diplomáticas y económicas internacionales. El mundo ya no es el de Bretton Woods y el patrón oro. ¿Hay líderes cualificados para la r/evolución digital?
  • El comercio. El mundo está endeudado en una huida hacia delante. El PIB no refleja la economía digital.

En resumen, estamos en un mundo políticamente tensionado.

Desde el inicio de la era industrial hasta la actual era digital, las tecnologías han redefinido cómo las sociedades evolucionan. Hoy, el IoT, el Big Data, la IA, la computación en la nube, la robotización y las telecomunicaciones son pilares de la economía digital. Su impacto no se limita a la economía; transforman las dinámicas sociales, desde patrones de consumo hasta la manera en que trabajamos y nos relacionamos, planteando retos éticos y legales.

El acceso desigual a las tecnologías amplia brechas entre regiones y comunidades. Un acceso limitado a la educación digital, la infraestructura tecnológica deficiente y la falta de políticas inclusivas perpetúan desigualdades económicas y sociales.

La concentración del control sobre materias primas estratégicas, como las tierras raras utilizadas en tecnologías avanzadas, refuerza posiciones de países dominantes como China, generando tensiones geopolíticas.

En términos económicos, la digitalización crea nuevos modelos de negocio, desde servicios en la nube hasta plataformas de comercio electrónico que plantean preguntas sobre empleo y equidad.

Tecnologías como la IA están redefiniendo la interacción humana, mientras que fenómenos como la desinformación y la manipulación digital plantean riesgos para la democracia y la cohesión social.

Los ataques cibernéticos, sean individuales o de Estados-nación, amenazan infraestructuras críticas y datos sensibles. Iniciativas como la Ley de Ciberresiliencia en la Unión Europea buscan establecer estándares obligatorios para mitigar riesgos.

La privacidad de los datos es clave en un contexto donde gobiernos y corporaciones recopilan y utilizan grandes volúmenes de información personal. La protección de derechos individuales frente a la vigilancia masiva y el uso indebido de datos plantea dilemas éticos y políticos.

La transformación digital no sólo consiste en la adopción de nuevas tecnologías, sino en una reestructuración profunda de procesos y capacidades para adaptarse a las necesidades.

Conclusión

En este mundo hiperconectado, la revolución digital presenta tanto oportunidades como riesgos. Desde la competitividad económica hasta la cohesión social, el impacto de la tecnología es profundo y multifacético. Sólo mediante una gestión consciente, colaborativa y ética, podremos navegar esta era de cambios.

Nueve empresas digitales acumulan un valor financiero similar al PIB de la UE: Apple, Microsoft, Nvidia, Google, Meta, Amazon, Tesla, Broadcom y Taiwan Semiconductores.

La economía global ha sufrido una gran mutación estructural: el poder emana completamente de la tecnología. El mundo sufre dos fragmentaciones: una horizontal (dos sistemas tecnológicos en competencia abierta por la supremacía global: EEUU-China) y otra vertical (unos pocos gigantes tecnológicos en la cima y el resto de empresas y sectores dependientes de los primeros).

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