

David Sola
Director Regulación y Relaciones Institucionales de Vodafone España.
Soberanía, independencia y liderazgo digital para el conjunto de la UE
La soberanía digital es uno de los grandes desafíos europeos de la próxima década. La digitalización de nuestras sociedades es también la digitalización de sus modelos de producción, la capacidad laboral y las relaciones internacionales. Podemos afirmar que, a día de hoy, la soberanía política, tiene un componente tecnológico fundamental.
La soberanía digital es clave en la definición de las agendas del conjunto de las potencias globales, entre aquellas que quieren seguir liderando la carrera tecnológica y aquellas, como Europa, que pugnan por lograr un rol propio en un mundo cada vez más polarizado. En áreas como la independencia tecnológica, la gestión de los datos, la infraestructura de telecomunicaciones y la ciberseguridad, la soberanía digital es fundamental.
La falta de componentes tecnológicos fabricados en Asia ha afectado en Europa a importantes industrias. De ahí que la UE se planteara una reorientación de la política industrial y tecnológica que promoviese la creación de capacidades tecnológicas que le otorgasen un papel relevante dentro de las dinámicas internacionales. Es cierto que la inversión aumentó en los últimos años, a través de directivas y planes de estímulo pero, aun así, la misma no es comparable a la de EE.UU. o China donde los planes e inversión pública están más avanzados.
Superpotencia reguladora
Europa se ha centrado en su rol de superpotencia reguladora, tratando más de dictar las reglas del juego que a ser pionera en innovación y liderazgo. Pero esto no basta, los ‘árbitros no ganan’ y, por tanto, de no priorizar el desarrollo de capacidad tecnológica, va a continuar a la zaga. Europa debe desarrollar una política industrial propia que mejore su competitividad a nivel global. La regulación emprendida, que bebe de la mejor tradición europea de digitalización con rostro humano, no basta; debemos complementarla con inversiones en infraestructura digital y habilidades para jugar un papel relevante e innovador.
Otro capítulo imprescindible es la necesidad de tener una infraestructura de telecomunicaciones que garantice todas las posibilidades que la digitalización permite. Las telecomunicaciones son un aliado fundamental para cumplir los objetivos de digitalización. En la próxima década, las empresas de telecomunicaciones van a tener que actualizar sus redes, lo que implica importantes inversiones.
Europa se ha centrado en su rol de superpotencia reguladora, tratando más de dictar las reglas del juego que a ser pionera en innovación y liderazgo
Debemos plantearnos si en Europa seremos capaces de satisfacer las necesidades de inversión y cómo se llevarán a cabo las mismas. El mercado europeo va a la zaga de otras regiones en el despliegue de nuevas tecnologías. Los retornos sobre la inversión son bajos e incluso negativos y la monetización incierta. Existe una gran fragmentación del mercado, competencia inducida y excesiva regulación. Necesitamos una reforma para crear una estructura de mercado sostenible que sea capaz de generar una infraestructura potente para que el proyecto de soberanía digital europeo sea efectivo.
Inversión y ciberseguridad
Al ritmo actual, no cumpliremos con los objetivos de la década digital, siendo necesario para llegar, establecer un mecanismo moderno de reparto de costes. Los esfuerzos de inversión requieren de la justa cooperación de otros actores, debemos apostar porque los hyperscalers entren a apoyar la cadena de valor de las telecomunicaciones.
En cuanto a la ciberseguridad, dentro de un contexto mundial polarizado y de guerra tecnológica, varios países han hecho declaraciones de proveedores de alto riesgo impidiendo que puedan suministrar equipos para el despliegue de 5G, y la UE sigue con su proceso de regulación. Entendemos que, si bien la resiliencia y la seguridad del sector de las telecomunicaciones de Europa son primordiales, sin una calibración cuidadosa y la opción de compensación, la intervención regulatoria socavará de facto la inversión de los operadores, ralentizando la innovación.
Sin diversidad de proveedores es difícil un posible reemplazo. En EE.UU. hemos visto intervenciones acompañadas de importantes compromisos de financiación. Hoy en día, Europa no tiene propuestas ni soluciones de financiación. Europa tiene que moverse más rápido para aumentar sus opciones de proveedores, con acuerdos de diversificación, unidas a mecanismos de financiación.
Como conclusión, la soberanía digital es la soberanía política de nuestro continente, nos estamos jugando el liderazgo y nuestra capacidad como región. Europa parece haber tomado conciencia de esto, pero para ello no basta con las iniciativas planteadas, sino que debemos ser más audaces a la hora de la toma de decisiones y manejar un cambio de rumbo en muchas áreas.