La llegada y posterior expansión de la telefonía móvil revolucionó el mercado de las telecomunicaciones. Desde entonces las grandes operadoras se han ido adaptando para dar respuesta a la demanda de los usuarios tanto en calidad como en variedad de servicios. Y ahora se enfrentan a un nuevo cambio de paradigma.
Está claro que no hay futuro próximo en un negocio sin Inteligencia Artificial y que el concepto de productividad en una compañía se diluirá inevitablemente sin ella. Sin embargo, su aplicación a la vida pública dista de tener tantas certezas en cuanto a sus beneficios y puede verse más bien como una intromisión a la privacidad o como una manera de controlar el consumo.
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