En un mundo cada vez más globalizado, la independencia tecnológica se erige como un pilar fundamental en la búsqueda de un equilibrio entre el aprovechamiento de las ventajas globales y la protección de los intereses nacionales. La capacidad de un país de desarrollar y controlar tecnologías avanzadas es fundamental para mantener la independencia y la seguridad nacional.
La autonomía estratégica y la soberanía digital son dos conceptos cruciales en el mundo globalizado que vivimos. En un mundo cada vez más interconectado y digitalizado, la capacidad de mantener el control sobre los aspectos fundamentales de la economía, la seguridad, la cultura y los valores de un país se ha vuelto esencial. España, con su rica herencia histórica y su papel en la Unión Europea, debe abordar estos temas con especial consideración.
La pasada pandemia del COVID-19 y la invasión de Ucrania han acelerado tendencias que veníamos observando, y han agudizado tensiones que calificábamos como potenciales y que finalmente se han materializado. Es importante identificar, lo mejor posible, el nuevo entorno para poder adaptarnos y actuar en consecuencia.
La soberanía digital es uno de los grandes desafíos europeos de la próxima década. La digitalización de nuestras sociedades es también la digitalización de sus modelos de producción, la capacidad laboral y las relaciones internacionales. Podemos afirmar que, a día de hoy, la soberanía política, tiene un componente tecnológico fundamental.
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