La revista profesional sobre tecnología y transformación digital
Angel Alberich-Bayarri

Ángel Alberich-Bayarri

CEO y Cofundador de Quibim.

Emprender: «esto te va a doler»

El emprendedor se ha convertido en un emblema de la innovación y la transformación económica en nuestra sociedad en rápida evolución. Sin embargo, bajo la superficie de la startup y la creación de una compañía se esconde una compleja realidad que a menudo se subestima. Para los Ingenieros de Telecomunicaciones, con sus habilidades singulares y su capacidad para resolver problemas complejos, el espíritu empresarial representa, más si cabe, una oportuni-
dad tentadora.

Sin embargo, este camino dista mucho de ser trivial y exige resistencia, adaptabilidad y una dedicación inquebrantable, literalmente. Mi experiencia convirtiendo la investigación en visión por computador y análisis de imágenes médicas en productos de IA y venderlos en un mercado que no existía me ha permitido experimentar la transición de un entorno centrado en la metodología, creada a veces para optimizar sistemas que no deberían existir, a un entorno centrado en entender primero las necesidades del mercado y adaptar la ingeniería a crear productos que tengan que funcionar de la manera más eficiente posible y lleven la tecnología y la ciencia hacia territorios inexplorados, generando nueva investigación.

No se trata de tener un algoritmo y buscar quién lo convierte a producto, que es el modelo clásico de las oficinas de transferencia tecnológica. Se trata de detectar un potencial producto y buscar cómo llevar al límite la ciencia, la investigación, y crear una solución realmente transformadora. Únicamente pretendo compartir unas reflexiones a modo de guía en base a mi propia experiencia, y sin la pretensión de que sean generalizables.

Cuándo y cómo emprender De los 20 a los 30, ten un mentor. El atractivo del espíritu empresarial puede ser irresistible, sobre todo para los veinteañeros, inspirados por las historias de prodigios como Mark Zuckerberg. Sin embargo, antes de lanzarse a esta aventura, la prudencia es crucial. Un mentor puede servir de guía durante esta fase decisiva de la vida. Entre los 20 y los 30 años, tener un mentor es como tener una brújula en territorio desconocido.

No se trata de tener un algoritmo y buscar quién lo convierte a producto, que es el modelo clásico de las oficinas de transferencia tecnológica

Ofrecen una sabiduría inestimable, comparten sus experiencias y ayudan a navegar por las complejidades del espíritu empresarial. Es clave recordar que no todo el mundo puede crear una empresa innovadora como Meta a los 20 años. La salud mental cobra especial relevancia en esta etapa, y yo pude vivir en primera persona cómo un amigo recién titulado no pudo con la presión de haber invertido el dinero de sus amigos y familia y tener que cerrar la compañía. El espíritu empresarial está plagado de incertidumbres y requiere un cuidadoso análisis del momento.

De los 30 a los 40, crea. La transición a la treintena anuncia una nueva fase en el panorama empresarial. Este periodo marca tu oportunidad de aprovechar los conocimientos y la experiencia acumulados para crear algo exclusivamente tuyo. Tus años de experiencia han perfeccionado tus habilidades y ahora es el momento de aplicarlas a tus iniciativas empresariales. No te desanimes si descubres que tu idea no es del todo original.

En el competitivo mundo del emprendimiento, escuchar ideas similares a las tuyas es habitual. Lo que te diferencia es tu perspectiva, tu ejecución y tu capacidad para adaptarte e innovar en un mercado saturado. Reconocer tus puntos débiles es una fortaleza que se valora enormemente en el emprendedor, muchos inversores priorizan la persona a la idea. La idea siempre es trabajable, la persona no. Un inversor de un fondo de más de dos billones de euros me confesó que en ocasiones escuchan el mismo modelo de negocio e idea en diferentes empresas dentro de una misma semana, todas ellas defendiendo su singularidad. Darse cuenta de que cada día hay otros explorando tus mismas ideas requiere de un ejercicio de humildad, respeto y reconocimiento a competidores. Esto subraya la riqueza del ecosistema empresarial, y es perfectamente aceptable.

Antes de lanzarse a esta aventura, la prudencia es crucial

Mis inicios
En los inicios de mi aventura, me centré en la investigación en algoritmos de visión por computador aplicados a las imágenes médicas, pero no tenía ni idea de gestión empresarial. Pensaba, en aquel entonces, que la labor de investigación era lo más complejo que existía, la mayor exigencia intelectual, e infravaloraba la gestión. Hasta que decidí emprender, y me sumergí entre emprendedores e inversores.

El ejercicio fue el de empezar prácticamente desde cero, desde la manera en la que cuentas tu idea, hasta cómo cuidar al talento, pasando por conocer bien cómo conseguir que tu producto cubra una necesidad clave en el mercado. Esto fue un duro recordatorio de que la humildad y la voluntad de aprender deben ser rasgos esenciales para todo emprendedor. Acepta y admira a quienes te enseñan, tu cerebro debe permanecer receptivo a nuevas ideas constantemente, especialmente en aquellas áreas en las que tienes déficits importantes.

Pasión que roza la obsesión
Debe obsesionarte. Para tener éxito como empresario, tu pasión debe rozar la obsesión. Emprender no es un empeño casual; es una misión que lo consume todo. Los retos, las noches en vela y los momentos de duda sólo deben alimentar tu determinación. Las fases iniciales de la iniciativa empresarial pueden ser arduas. Conseguir la primera ronda de inversión, lidiar con las complejidades del desarrollo empresarial y gestionar las interminables exigencias puede resultar doloroso.

El espíritu empresarial está plagado de incertidumbres y requiere un cuidadoso análisis del momento

Habrá momentos en los que este dolor parezca demasiado difícil de soportar, especialmente en el sector de la tecnología o deeptech. La inversión tradicional suele dar prioridad a las ganancias y ventas a corto plazo frente a la creación de valor y propiedad intelectual que pueda rentabilizarse en un futuro. Esta orientación puede chocar con la perspectiva visionaria y a largo plazo de muchos empresarios y pueden surgir dudas sobre la coincidencia de valores y objetivos entre fundadores e inversores.

Esta tensión puede tener consecuencias para la salud y el bienestar. El viaje empresarial se cobra un peaje en todas las facetas de la vida. La presión puede ser implacable y afectarte no solo a ti, sino también a la salud de tu empresa y de quienes dependen de ella. A lo largo de los años, desgraciadamente he conocido: emprendedores que se han quitado la vida, emprendedores que lo han intentado y emprendedores cuya dedicación descontrolada al proyecto ha acabado afectando a su familia y descendientes. También he conocido muchísimos emprendedores exitosos, pero mi objetivo aquí no es mostrar únicamente parte del espectro, sino el visible y el invisible.

Lo que te diferencia es tu perspectiva, tu ejecución y tu capacidad para adaptarte e innovar en un mercado saturado

Esta sombría realidad subraya la importancia crítica de salvaguardar la salud al emprender el viaje empresarial. Las presiones serán abrumadoras, y es imprescindible saber cuándo buscar ayuda y dar prioridad al autocuidado. Tu salud, tanto física como mental, es la piedra angular de tu capacidad para triunfar en el mundo empresarial. Descuidarla puede tener consecuencias nefastas, no solo para ti, sino también para tu empresa y para quienes dependen de ella, y de ti.

Misión y modelo de negocio
Este riesgo de sucumbir a la presión, entrando en un ciclo negativo de resultados empresariales que acaben teniendo impacto en la vida personal puede estar influenciado por la creciente tendencia a la recompensa a corto plazo en nuestra sociedad. Cada vez escucho a más emprendedores hablarme de su estrategia de salida, antes siquiera de haber podido entender su misión y su modelo de negocio, profundizando en la misión de la empresa, en el por qué existe, cuál es su lugar en el mercado y en el mundo. Hay que fomentar las conversaciones sobre el ‘porqué’ en lugar del conocido ‘exit’. El espíritu empresarial no es crear una empresa para venderla, sino en crear algo significativo, algo que enriquezca a la sociedad y deje una huella que fomente la evolución y el progreso de la especie.

Emprender no es un empeño casual; es una misión que lo consume todo

En conclusión, el espíritu empresarial es un viaje polifacético lleno de retos y triunfos. Para los Ingenieros de Telecomunicaciones y todos los aspirantes a empresarios, es un camino marcado por la necesidad de guía, el no estar solo, el autodescubrimiento, una pasión inquebrantable por la propia misión y la capacidad de navegar por un paisaje que puede poner a prueba los propios límites. En última instancia, el espíritu empresarial es algo más que el éxito financiero; se trata de hacer una contribución duradera y positiva al mundo y dejar una huella significativa en la sociedad, salvaguardando al mismo tiempo tu bien más preciado: tu salud.

Comparte