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Víctor Calvo-Sotelo

Víctor Calvo-Sotelo

Director general de DigitalES (Asociación Española para la Digitalización).

España necesita un sector de telecomunicaciones fuerte

Somos usuarios digitales desde que nos levantamos por la mañana; asumimos con naturalidad la rapidez con la que accedemos a cualquier servicio de información, la cobertura telefónica que tenemos en casi cualquier rincón de nuestra geografía o la capacidad de compartir fotos y vídeos al instante con personas en la otra punta del mundo. Lo asumimos con naturalidad porque funciona, gracias al trabajo que realizan a diario miles de profesionales en nuestro país. Sin embargo, la industria de telecomunicaciones atraviesa tiempos convulsos, que amenazan con romper esa armonía que percibe el usuario final.

La presión financiera de las empresas de telecomunicaciones es un desafío común en toda Europa, si bien en España acarrearía consecuencias aún más graves, a tenor de nuestra posición de liderazgo en conectividad fija y móvil. Mantener esa ventaja competitiva en cuanto a conectividad resulta esencial en un contexto donde la transformación digital se erige en el gran vector de crecimiento económico y prosperidad social.

Por otra parte, España disfruta de una posición privilegiada que nos convierte en el perfecto vértice de interconexiones entre continentes. Las infraestructuras de telecomunicaciones, en definitiva, constituyen activos esenciales y de carácter absolutamente estratégico para el futuro de nuestro país. Hay mucho en juego.

Por todo lo anterior, en las siguientes líneas me gustaría abordar algunas propuestas para la sostenibilidad de esta industria en España.

Desafío a la competitividad
El sector de telecomunicaciones afronta el desafío de seguir incrementando sus inversiones (capex) en infraestructuras cada vez más extensas, densas y potentes, al tiempo que la competitividad del mercado hace inviable aumentar los márgenes en la misma proporción. Mientras, las empresas de telecomunicaciones atisban cómo los mayores rendimientos económicos de la economía digital recaen en manos de unas pocas plataformas online convertidas ya en cuasi-monopolios. Apenas media docena de empresas, sometidas a obligaciones más laxas de todo tipo, desde las fiscales a la protección del consumidor, generándose unos desequilibrios en el mercado digital que pueden acabar por romper los cimientos sobre las que se construye la digitalización.

La presión financiera de las empresas de telecomunicaciones es un desafío común en toda Europa

Posibles soluciones
En este contexto, los distintos actores del mercado en Europa comienzan a plantear soluciones para agilizar la carga que asumen las telecos. Uno de esos mecanismos sería flexibilizar las normas de competencia en la UE, facilitando la generación de economías de escala y la aceleración de los despliegues. La comparación en el número de operadores de red con una cuota significativa de mercado que existen en Europa –más de un centenar– y en EE.UU. –menos de diez– hace evidente las dificultades que enfrentan aquí las telecos para desarrollar sus negocios.

En segundo lugar, se propone reducir la carga fiscal específica de las empresas de telecomunicaciones, así como aplicar el principio de level playing field e igualar los derechos y obligaciones de aquellas empresas, ISPs u OTT, allá donde presten unos mismos servicios. España es el país de la Unión Europea con una mayor carga tributaria al sector de las telecomunicaciones, muy por delante de la presión fiscal del resto de grandes economías de nuestro continente, según confirma el estudio ‘La fiscalidad del sector de las telecomunicaciones’ elaborado por EY para DigitalES.

En tercer lugar, se proponen diferentes fórmulas para que las grandes plataformas contribuyan de una forma justa y proporcional a las futuras inversiones en redes. Aquí se enmarcaría un mecanismo de fair share, donde las plataformas que superen un cierto tamaño deban estar obligadas a negociar una contraprestación con los operadores de red, en cada país. Este tipo de negociaciones bilaterales no son extrañas en este sector, que de hecho ha demostrado siempre solvencia y eficacia llegando a acuerdos de este tipo.

España disfruta de una posición privilegiada que nos convierte en el perfecto vértice de interconexiones entre continentes

Propuestas compatibles y sostenibilidad económica
En verdad, todas las propuestas mencionadas anteriormente son compatibles entre sí, incluso deseables, para ayudar a alcanzar los objetivos de conectividad que marca la UE para 2030. Revisar y actualizar las normas de competencia en base a las nuevas realidades empresariales de la era digital, procurar eliminar las distorsiones del mercado y buscar nuevas fuentes de financiación para construir las ‘autopistas’ digitales del futuro son tres vías paralelas que redundarían finalmente en una Europa digital más fuerte. Por el contrario, según algunas estimaciones del sector, si las inversiones en redes de telecomunicaciones continuaran en niveles actuales, a un ritmo de aproximadamente 10.000 millones de euros al año, no se alcanzarán los objetivos de la Década Digital hasta, al menos, 2033.

Así mismo, la sostenibilidad económica de este sector está ligada a su sostenibilidad medioambiental, dado el elevado consumo energético que genera la actividad digital. A este respecto, acelerar los despliegues de nuevas infraestructuras y la modernización de las ya existentes resulta imprescindible para reducir la huella ambiental de las telecomunicaciones. Cada nueva generación tecnológica mejora exponencialmente la eficiencia energética de la anterior, de modo que apostar por la fibra y el 5G será el primer paso para controlar el consumo energético en el marco de la inevitable –y deseable– evolución del tráfico de datos.

En definitiva, todos necesitamos un sector de telecomunicaciones fuerte en España: las propias empresas de esta industria (incluyendo a los operadores de red, pero también al resto de firmas de infraestructuras, ingeniería, despliegues, etc.), las OTT (que operan sobre las anteriores) y los usuarios finales (tanto empresas como ciudadanos). La economía digital es una gran cadena donde uno de sus eslabones se está debilitando. Si actuamos con celeridad, tenemos la oportunidad de reparar ese eslabón antes de que sea tarde, consolidando la posición de ventaja competitiva de España en el ámbito de las telecomunicaciones, acelerando la transición al 5G y, paralelamente, incentivando la construcción de una economía digital más sostenible.

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