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Tribuna

Pascual Teresa

Teresa Pascual Ogueta

Ingeniera de Telecomunicación

Miedo a la Inteligencia Artificial (IA)

Una de las posibilidades más inquietantes que ofrece la IA es la de presentar a personas reales en vídeos que imitan a la perfección su cuerpo y su voz

 

Las herramientas basadas en IA no generan problemas que no existieran antes, pero pueden facilitar que aumente el número de personas que los crean y crezca el número de personas que los sufren

La explosión de herramientas basadas en técnicas de Inteligencia Artificial (IA) ha despertado en la sociedad una alarma considerable. ¿Hay razones para tanto miedo? El miedo es el mecanismo que nos alerta de un peligro real o imaginario y sentirlo ante una amenaza cierta es imprescindible para protegernos.

Lo que genera más alarma es que la IA facilita la difusión de noticias falsas y crea problemas de conducta en la juventud. Si lo que produce temor no se puede evitar, habrá que aprender a gestionarlo. La IA ha llegado para quedarse.

Noticias falsas

Hasta hace muy poco, los medios de comunicación tenían el monopolio de la información. Cada uno con su ideología transmite a la sociedad las noticias que considera relevantes. Se consideran creadores de opinión. Unos dirán, ante los resultados de una encuesta, que el 40% de la ciudadanía rechaza una propuesta y otros medios dirán que el 60% la aprueba. Ambas noticias son ciertas, pero lo que se transmite es distinto.

No es lo habitual, pero hay medios considerados ‘serios’ que en algún momento publican noticias sesgadas en sintonía con sus intereses. Estas empresas se quejan ahora de que cualquiera con un teléfono móvil puede publicar noticias sin contrastar y sin el rigor necesario.

La moda de ‘las personas influyentes’ (se les llama influencers) es el paradigma de personas que se ganan la atención de miles de personas por su capacidad de comunicar. Nadie les obliga a ser veraces, ni rigurosas; simplemente expresan lo que les interesa decir y su audiencia desea escuchar. No es raro que transmitan información errónea y publicidad encubierta. También es incuestionable que las redes sociales han dado una oportunidad, antes inexistente, a personas muy serias y profesionales que hacen un excelente trabajo de información, formación y análisis.

Las noticias falsas nos acompañan desde mucho antes de que la IA estuviera disponible. Pero la IA, por su potencial y facilidad de utilización, amplía la probabilidad de propagar información falsa con el afán de confundir e influir. Una de las posibilidades más inquietantes que ofrece la IA es la de presentar a personas reales en vídeos que imitan a la perfección su cuerpo y su voz. De momento es imposible distinguir, cuando está bien hecho, si las escenas con personas que aparecen en imágenes son reales o son producto de la manipulación.

Aunque las empresas tecnológicas no se responsabilizan de lo que se publica en sus plataformas, sí les preocupa la alarma social creada. Argumentan que están trabajando en alguna solución, que avise de las publicaciones que estén creadas o manipuladas con técnicas de IA. El problema, aducen, es que esas advertencias son, de momento, fácilmente eliminables.

Adolescentes y la IA

Se les ha llamado nativos digitales porque a veces se confunde tener atrevimiento con tener conocimiento. El acceso a herramientas basadas en IA de forma generalizada ha evidenciado lo que ya se sabía: la herramienta no cambia la manera de ser, ni la ideología de una persona, pero sí amplía su capacidad de actuar en sintonía con ellas.

Hasta ahora los libros, la televisión o el cine nos han acercado a comportamientos reales o ficticios que no son fáciles de contemplar en la vida real. En estos casos, aunque de manera imperfecta, se podía evitar el acceso a esos contenidos si no se tenía una determinada edad.

 

 

Esa restricción, nos dicen, es imposible en las nuevas herramientas. El problema reside en que, a veces, lo que se ofrece como real es ficción que promueve conductas violentas. Las noticias sobre el aumento de las agresiones sexuales en grupo son, posiblemente, una muestra de las consecuencias de visionar como hechos normales, lo que son agresiones. 

Hay que tener en cuenta que aprendemos conductas por imitación aunque hayamos dejado la primera infancia. Pero las grandes empresas tecnológicas advierten de que no disponen de ningún mecanismo que garantice la libertad de acceso solo a partir de una determinada edad.

Lo preocupante es que el uso de la IA por parte de los adolescentes sea para agredir a mujeres, sean de su entorno o famosas. La sociedad también educa y parece que no lo está haciendo bien.

Las herramientas basadas en IA

Las herramientas basadas en IA no generan problemas que no existieran antes, pero pueden facilitar que aumente el número de personas que los crean y crezca el número de personas que los sufren. El acoso, la mentira o la difusión de bulos y falsedades ya estaban en las redes sociales y también antes de que éstas existieran. 

Las herramientas basadas en IA son potentes y en ocasiones deslumbrantes, pero de momento, también cometen errores en cuestiones que son elementales para cualquier persona. Hay que saberlas manejar para obtener un resultado fiable, porque la herramienta ofrece soluciones basadas en información ya existente que puede tener errores y datos obsoletos. No se ha resuelto todavía el uso de información protegida por derechos de autoría.

No hay que olvidar que son herramientas que responden al interés y propósito de quienes las han creado, y que obtienen beneficios por su uso. Las empresas propietarias de la herramienta no se hacen responsables de lo que se publica en sus plataformas, pero éstas no son neutras. Es sabido que emplean técnicas que provocan un uso adictivo de los productos que ofrecen al público y que censuran aquello que, según su criterio, es censurable.

El temor que genera la IA en la sociedad está fundamentado en el desconocimiento que el público tiene de estas técnicas y en el mal que causan cuando las personas las usan para hacer daño. Es importante la regulación de una herramienta muy prometedora, que afecta a la privacidad y a la vida de las personas.

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