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Tribuna

Pascual Teresa

Teresa Pascual Ogueta

Ingeniera de Telecomunicación

Precariedad

La precariedad es con frecuencia el preludio de la pobreza. Una pobreza que todavía no lo es del todo, pero que se vislumbra cercana

 

Las personas muy preparadas también son víctimas de la inestabilidad laboral y emigran. Es en otro país donde desarrollan su talento

Hace unos meses, un conocido representante empresarial decía que no había que hablar de pobreza, y una presidenta autonómica afirmaba que en su comunidad no había pobres. Mientras, organizaciones respetadas no dejan de avisar de que la pobreza crece cada año.

La precariedad es con frecuencia el preludio de la pobreza. Una pobreza que todavía no lo es del todo, pero que se vislumbra cercana. Las malas condiciones laborales son la semilla de una vida precaria. Las personas muy preparadas también son víctimas de la inestabilidad laboral y emigran. Es en otro país donde desarrollan su talento.

Sólo reconociendo que existe un problema se pueden tomar las iniciativas necesarias para combatirlo.

Novela y vida
“Tea rooms” de Luisa Carnés es una buena novela escrita en 1930. Lo es, no sólo porque está muy bien escrita, sino porque recrea un ambiente que conoce bien y al que logra trasladarnos. Nos introduce en ese entorno que eran, y siguen siendo con otro nombre, los salones de té. Pero es algo más. Es un trocito de nuestra historia y leerlo nos hace sospechar que algo de ese entorno lúgubre está volviendo.

Con lenguaje directo, sin florituras, describe las condiciones de vida de quienes protagonizan la novela. Con frases cortas a modo de pinceladas potentes y limpias, nos deja conocer a quienes trabajan y a quienes acuden a tomar pastelitos o a recogerlos después de salir de misa.

Más allá de que se habla de tranvías, y de trozos de hielo que traen al local, todo lo que describe en ese entorno se podría referir a locales similares actuales. Incluso los trucos para no desaprovechar nada de lo que no se ha vendido son, probablemente, los mismos que se emplean ahora.

Es más fácil derivar en la pobreza más absoluta, que salir de la precariedad a una situación más sólida. La autora, hija de un padre que era barbero y practicante, tuvo que empezar a trabajar a los 11 años y logró salir del futuro al que estaba destinada. Una sociedad, la de entonces, de analfabetismo generalizado, donde entre la miseria y la riqueza no había pasos intermedios.

En esa época de primeros de siglo, el hecho de tener un trabajo no era suficiente para salir de la indigencia. Algo de eso empieza a volver a ocurrir. Un país es verdaderamente pobre cuando hay personas que, aunque trabajan, no ganan lo suficiente para vivir con dignidad.

 

El camino hacia la precariedad
La llegada de la precariedad se ha ido gestando a fuego lento, pero sin pausa. De la miseria de los años treinta hasta el estado de bienestar europeo de los años setenta hubo una guerra mundial, la segunda que, como la guerra anterior, arrasó con todo. No hubo una única razón para el cambio que vino, pero se llegó a un “contrato social” que propició un reparto de parte de la riqueza generada entre toda la sociedad que la había creado.

Se considera una de las épocas de mayor prosperidad en Europa. Esta situación nunca se logró en España al mismo nivel que en los otros países europeos, pero también aquí grandes capas de la población lograron salir de la miseria. Se llegó a creer que los derechos adquiridos no podrían perderse, pero la realidad evidencia lo contrario.

La caída del Muro de Berlín fue el final de una dictadura y de una forma de vida que había fracasado. Dejó de haber dos mundos opuestos que competían por captar a la ciudadanía, y el que había vencido, y logrado permanecer, no tenía razones para hacer concesiones. Las condiciones laborales empezaron a empeorar para quienes se incorporaban al mercado de trabajo.

Precio y consecuencias de la precariedad
La precariedad tiene un alto coste social y económico. Por una parte, la insatisfacción de parte de la sociedad agobiada por la penuria cotidiana genera inestabilidad social y pone en peligro la democracia; ese sufrimiento de amplias capas de la población es el caldo de cultivo de los populismos.

Por otro lado, una vida de escasez impide a quien la sufre alimentarse adecuadamente y vivir en ambientes saludables. La precariedad habitual genera ansiedad y problemas que requieren atención médica y farmacéutica. En este momento en que, según indican los organismos competentes, la economía va bien, el 30% de la infancia española está en riesgo de pobreza. Una tercera parte de la próxima generación habrá crecido sin una alimentación adecuada y con una formación deficiente. Esto es un auténtico desastre humano y social.

La precariedad en el empleo, que es una de las causas de desigualdad, se relaciona con lo que la OIT llama holgura laboral o necesidades de empleo no satisfechas. Según Eurostat, España tiene demasiada holgura laboral.

Que la desigualdad crece de forma notable en España, lo confirman los datos de la Agencia Tributaria. Si los salarios medios han crecido en diez años un 12,6%, los ingresos de quienes están en lo alto de la escala han crecido un 71,9%.

Entidades nada proclives a los controles piden que se actúe ante una desigualdad que no deja de aumentar en los países más ricos. Martin Wolf, analista económico jefe del Financial Times y adjunto a la dirección del periódico, afirma que “habrá que pagar muchos más impuestos para financiar una educación, una sanidad y unos servicios públicos que son los verdaderos igualadores de la ciudadanía. Será necesario garantizar trabajo para todos aquellos preparados y dispuestos a trabajar, así como una retribución justa, a través del salario mínimo y otros refuerzos.”

En España la riqueza evadida en paraísos fiscales es de 140.000 millones, casi el 11% del PIB español. Una auténtica sangría para nuestra sociedad. No es fácil corregir estos desequilibrios porque hay intereses encontrados, pero hacerlo es posible.

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