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Inmaculada Sánchez

Inmaculada Sánchez Ramos

Doctora por la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Rey Juan Cárlos. Ingeniera de Telecomunicaciones, Universidad Politécnica de Madrid. PDG IESE Universidad de Navarra.

Mujer e ingeniería

Una mirada hacia delante

Pertenezco al Grupo de Trabajo sobre Mujer e Ingeniería del COIT y se me propuso escribir un artículo sobre este asunto. Pues bien, cuando me dispuse a escribir me vinieron muchas ideas a la cabeza ya que el tema es a la vez simple (o quizá tratado de forma simplista en muchas ocasiones) y complejo, lleno de lugares comunes y aparentes contradicciones, susceptible también de ser abordado desde muy distintos ángulos.

A la hora de tratar este tema, surgen multitud de preguntas sobre las que hay que reflexionar, tales como: ¿las mujeres somos un colectivo o tenemos cada una voz propia?, ¿una persona, cuando diseña su destino, ha de optar por inclinarse hacia lo que le gusta o ha de ser práctica y lanzarse hacia lo más útil?, ¿es lo mismo uniformidad que equivalencia?, ¿qué aportamos nosotras a nuestra ingeniería y qué nos  aporta a nosotras la misma? Hay un largo etcétera de asuntos entreverados en esta cuestión y a veces enmarañados, por lo que conviene que hagamos una reflexión serena. ¡Vayamos a ello!

Es evidente que las mujeres somos enormemente distintas entre nosotras y por tanto no se puede hablar en nombre de todas, como un colectivo monocorde y con visiones comunes de la realidad. De hecho, creo que no debemos renunciar a nuestra singularidad individual. En concreto, a mí siempre me ha molestado profundamente que hablen en mi nombre como si fuera un mero elemento de un colectivo. Sin embargo, no deja de ser cierto que, aunque seamos muy distintas las unas de las otras, nos rodea un conjunto de circunstancias comunes que condicionan nuestro actuar y nuestro pensar. Así, al igual que no todos los Ingenieros de Telecomunicación somos iguales, no deja de ser cierto que tenemos un conjunto de puntos en común que nos caracteriza como colectivo, sin perjuicio de nuestra diversidad. Es decir, nosotras somos distintas pero nuestro contexto tiene elementos comunes.

Los datos dicen que las mujeres elegimos menos las disciplinas técnicas que los varones: en 2017 en España, representaban solo el 18,6% de los graduados en estudios tecnológicos

Una vez salvado este asunto continúo avanzando con el siguiente escalón. Los datos dicen que las mujeres elegimos menos las disciplinas técnicas que los varones. En el reciente informe titulado ‘Mujeres en la economía digital en España 2018’ se señala que en España en el año 2017, “las mujeres suponían ya el 53,2% de los graduados universitarios, pero solo el 18,6% de los graduados en estudios tecnológicos”.

En principio, esto no debería representar un problema pues la situación ideal sería que cada persona optase por aquello que más le satisficiese en su vida. Sin embargo, los datos dicen que en 2030 un muy importante número de puestos de trabajo serán de disciplinas TIC. Ahí hemos de estar y no podemos dejar de advertir que un poco más del 50% de la población se quedaría fuera de juego.

Incentivar las vocaciones TIC

Y burla, burlando, como en el soneto de Lope, entramos de lleno en el segundo aspecto que señalábamos al principio. Así, subamos el siguiente escalón. Por mucho que todos queramos diseñar nuestro futuro para caminar en algo que nos satisfaga, el sentido común da que solo podemos desarrollar una vida laboral en aquello que se demanda. La sociedad civil no puede quedarse sin reaccionar ante este hecho y por ello, nuestro Colegio no solo debe de advertir del mismo, sino que debe de tomar un papel activo y protagonista incentivando las vocaciones TIC en las mujeres, así como reconociendo a las que rompieron el hielo, por el hecho de romperlo, que no es poco.

Como se sabe, incentivar es estimular algo para que aumente o mejore, lo que dista mucho de mermar la iniciativa personal. Es semejante a lo que ocurre con aquellas personas que creen que no les gusta leer, si bien cuando se incentiva la lectura descubren un mundo de posibilidades donde la imaginación se alberga y, realmente, en muchos casos, no era cierto que no les gustase leer, sino que no habían descubierto las ventajas de ello y esa realidad en toda su plenitud.

Como ingenieros, a todos o a casi todos nos han llamado cuadriculados muchas veces en nuestra vida. Recuerdo en una entrevista de trabajo que, nada más comenzarla, la persona que me la hacía asumió, con mucha delicadeza, que como los ingenieros somos cuadriculados no me gustaría llevar a cabo una serie de tareas. Recuerdo que le contesté, con la misma delicadeza: “¿no serás tú la cuadriculada que casi sin mediar palabra ya me ha etiquetado?”. Pues algo similar creo que pasa con nuestra profesión. Pienso que hay una imagen que no corresponde con la realidad, una imagen distorsionada de ella.

Creativas, sofisticadas y transversales

Por ello, en este contexto cabe preguntarse si, de verdad, es que a las mujeres no nos gustan las TIC, ¿o no será que se tiene una percepción de las mismas que no responde a la realidad que a nosotras nos atrae? Creo que las ingenierías se presentan como disciplinas rígidas, frías, con casi ninguna posibilidad de aplicar capacidades creativas. Se tiene una visión decimonónica de la ingeniería acorde con realidades muy planas, muy lineales, con la rigidez –que no es lo mismo que el rigor– como característica esencial.

Las disciplinas TIC son, al contrario, muy creativas, sofisticadas, transversales a todos los ámbitos vitales, que precisan de la capacidad de contemplar, simultáneamente, diversos aspectos de la realidad. Asimismo, para trabajar en el ámbito de las TIC se precisa de profesionales que sean capaces de inferir impactos de diversa índole. Además, son disciplinas que se aplican en multitud de campos sociales: posibilitan ayudar a los autistas, aumentan la movilidad a muchas personas dándoles una independencia y autonomía antes impensables, etc.

Las disciplinas TIC son un ámbito creativo y transversal, que se beneficia de profesionales que sean capaces de inferir impactos de diversa índole

En definitiva, se arraigan en el mundo del cuidado de las personas. Obvio es decir que la ingeniería de Telecomunicación ha hecho el mundo más pequeño y ha favorecido la cercanía entre nosotros. No olvidemos que la palabra ingeniería viene del término ingenio y éste despliega la creatividad a tope. Este contexto, dibujado así, es muy atractivo y adecuado para las mujeres, pero no ha sido este el modo habitual de presentar a las disciplinas técnicas. Las mujeres aportamos a la ingeniería ese pensamiento en red, con capacidad de interactuar e interrelacionar la multiplicidad de aspectos a tener en cuenta, a la hora de abordar los proyectos actuales en los que entran en liza muchas variables. Al mismo tiempo, la ingeniería nos aporta a las mujeres la posibilidad de crear, de avanzar, de imaginar e ir más allá de lo inmediato.

Talento femenino

Por todo lo anterior, la sociedad no puede perder el talento femenino no solo porque cuantitativamente sea el más numeroso, sino porque cualitativamente es diferente, si bien equivalente, y es precisamente por esa diferencia por la que la mujer ha de estar presente en todos los ámbitos vitales y, naturalmente, también en el mundo de las TIC. El mundo no se puede perder esa visión que, sin duda ninguna, revierte en el bien de la sociedad en su conjunto. Y así, hemos de decir a esta sociedad que no se puede permitir el lujo de la pérdida de tanto y tan diverso talento. Hemos de decir a las jóvenes que adelante, que aquí se desarrolla la imaginación, que aquí se posibilita ayuda en plenitud a los demás, que aquí se descubre un mundo fascinante, donde la creatividad es la materia prima por excelencia, que aquí encontrarán la mayor posibilidad de desarrollo laboral.

No quiero acabar este artículo sin dirigirme a las jóvenes que tenéis que elegir vuestro camino, para que optéis por la ingeniería de Telecomunicación, desde la experiencia que me da ser una de las primeras mujeres en este ámbito (en los años ochenta en la Escuela no pasábamos de una docena de mujeres). La aventura es, y sigue siendo, apasionante. Esta es una profesión que te permite transitar, como es mi caso, de mundos tan diversos como el de los satélites al de las negociaciones internacionales; te permite liderar la experiencia del Efecto 2000 o trabajar en el sector público y en el privado. Ahora que me dedico a la formación en competencias digitales os aseguro que ‘la cintura’, la adaptación continua, el sentido práctico… son características de las TIC que nos encajan como un guante a la mano a las mujeres. Y, ¿todo esto, os lo vais a perder?

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