La revista profesional sobre tecnología y transformación digital
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tres autores

Antonio Portilla, Noelia Miranda y Sonia Castillo

Miembros del Grupo de Políticas Públicas y de Regulación del COIT

Mas allá de la tecnología en la IA

Más allá de sus incuestionables ventajas técnicas y tecnológicas, si nos paramos a observar sus posibles impactos sobre la sociedad. ¿Qué consecuencias puede tener la Inteligencia Artificial (IA) sobre el empleo y su cualificación? ¿Cómo asegurar que los datos sobre raza, religión, nivel económico u otros con que entrenamos a los algoritmos no tenga sesgo y respeten principios como la igualdad o la no discriminación?

El ingeniero es un ser técnico y tecnológico. Cuando investiga, diseña, desarrolla, construye y pone en funcionamiento un sistema es porque ha descubierto que o bien puede solucionar un problema concreto, o bien puede optimizar la manera de resolverlo. Sin embargo, tradicionalmente, nuestra vocación por mejorar técnicamente la sociedad puede provocar que no tengamos en cuenta efectos (o incluso daños) colaterales que provoquen que, como se suele decir, vistamos a un santo para desvestir al otro.

Este puede ser el caso de la Inteligencia Artificial. A lo largo de los diversos artículos de esta revista, como en los numerosos informes existentes, el lector podrá encontrar amplia y cumplida información sobre la historia, desarrollo, tecnología y aplicaciones de la IA. Sin embargo, los profesionales que formamos el Grupo de Políticas Públicas y Regulación del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación (COIT) consideramos que es también nuestra responsabilidad poner el foco en esos aspectos `laterales´ que se pueden ver afectados, entre los que podemos destacar la evolución de los puestos de trabajo, la formación y la educación, el desarrollo ético y la geopolítica nacional e internacional.

El empleo se transforma

Es innegable que la cuarta revolución industrial producirá, ya sea en el corto o medio plazo, una transformación del mercado de trabajo mucho mayor que las anteriores. Diversos estudios de consultorías especializadas, como McKinsey o PWC indican que en los próximos 15 años el 30% de los trabajos actuales estarán en proceso de transformación debido a que por sus características intrínsecas son susceptibles de un alto nivel de automatización, como aquellos que requieran un menor nivel de estudios, menor interacción con personas o aquellos que sean de tipo manual.

Preguntas como “¿qué es lo bueno?” entran en el terreno de los dilemas filosóficos necesarios como paso previo al diseño de los sistemas de Inteligencia Artificial

Por lo tanto, es evidente que la Inteligencia Artificial va a tener un elevado impacto en el trabajo, pero éste no tiene porqué ser negativo: esa transformación puede estar orientada a que la IA complemente el trabajo de la persona y en el caso evidente de que exista destrucción de empleos, tal y como los conocemos, también surgirán nuevas funciones, nuevos trabajos para abordar esa transformación. Es fácilmente entendible que para esos nuevos trabajos será preciso una cierta cualificación técnica, que solo se adquiere mediante educación y formación.

Mejorar el sistema educativo

La adaptación de nuestros sistemas formativos a este mundo cambiante es un proceso muy urgente, puesto que los jóvenes que se encuentran actualmente finalizando sus estudios de primaria serán los nuevos profesionales en el año 2030. Son necesarias una mayor personalización del aprendizaje, la expansión del concepto de aula y una mayor y mejor interacción entre profesores y alumnos para que todos los chicos en general y los más interesados en las STEM en particular puedan adquirir los conocimientos base sobre programación, lógica, realidad virtual y sistemas inteligentes que puedan ser ampliados en sus formaciones posteriores, incluida la universitaria.

Es evidente que para ello es preciso que exista profesorado con las capacidades y conocimientos técnicos adecuados en todas las escalas, por lo que, si queremos tener en España profesionales bien formados en el año 2030 que hagan que la economía española sea competitiva, debemos invertir, tiempo, esfuerzo y recursos (dinero) en el sistema educativo. Este hecho, la educación en las tecnologías de la IA, puede llegar incluso a ser un factor que incremente la brecha digital entre países, puesto que si los países en vías de desarrollo no tienen personal capacitado en la educación, difícilmente tendrán en el futuro profesionales que permitan un desarrollo productivo de esos países, parejo al de los denominados del primer mundo.

Componentes éticos

El potencial aumento de la brecha digital entre países nos acerca a otro de los aspectos sociológicos de la IA: sus componentes éticas y sus muchas facetas. En primer lugar, pensemos que IA son técnicas de aprendizaje máquina que utilizan como punto de partida los datos que nosotros les suministramos. Si cuando trabajamos en problemas que influyen en personas, los datos con que entrenamos los algoritmos tienen sesgo (por raza, religión, nivel económico u otros), estaremos violando con seguridad principios como la igualdad o la no discriminación, agravando el ya de por si complicado problema de los prejuicios sociales.

En segundo lugar, las técnicas de aprendizaje máquina se basan en reglas y las denominadas funciones de fitness; es decir, lo que quiero optimizar o mejorar. Esas reglas y funciones son programadas por personas, con sus propios códigos éticos y morales que, posiblemente, sean diferentes dependiendo de muchos factores, entre otros (una vez más) la educación. La respuesta a preguntas como “¿qué es lo bueno?” entran en el terreno de los dilemas filosóficos que deben ser un paso previo a la necesidad de plantearse un diseño de los sistemas de Inteligencia Artificial basado en algoritmos morales. Es absolutamente necesario que los gobiernos tomen conciencia sobre la importancia de este asunto y que se produzca una regulación adecuada, no ya a nivel nacional, sino que, al estar en un mundo globalizado, tiene que hacerse desde organismos internacionales como la Unión Europea en un primer paso y la ONU en sucesivos.

Si queremos tener en España profesionales bien formados en el año 2030 que hagan que la economía española sea competitiva debemos invertir en el sistema educativo

La IA es como la energía nuclear, una fuente de energía y productividad, un arma (de muchos tipos) o, mejor dicho, un elemento clave a nivel geopolítico. Tenemos ejemplos claros en nuestra memoria a corto plazo de la utilización de técnicas de Inteligencia Artificial para influir en las elecciones (Cambridge Analytics), pero también aparecen las denominadas deep fakes, como evolución de las fakes news e incluso, a un nivel más elevado, tenemos la advertencia del CCN (Centro Criptológico Nacional) sobre la doctrina Gerasimov, un general ruso que, a raíz de las Primaveras Árabes, señala que “los métodos más utilizados en un conflicto están cada vez más relacionados con el uso de la información política y económica“. Sin olvidar también la utilización de IA para introducir autonomía o semiautonomía en robots o sistemas de combate y armamento autónomos (lethal autonomous weapon systems).

En conclusión, la IA, que es y será uno de los mayores avances tecnológicos en el futuro cercano, tiene una serie de importantes implicaciones, sociales, filosóficas, éticas, morales, económicas y políticas. Pero, siendo prudentes y conscientes de ellos, no cedamos al alarmismo y a la demagogia. No es el primer reto de este tipo al que se enfrenta la humanidad y es precisamente nuestra humanidad lo que hará que desarrollemos una inteligencia artificial centrada en el bienestar de los seres humanos, transparente y confiable.

Económico, militar e informativo

En terrenos como el económico, la concentración del potencial tecnológico (en computación y acceso a los datos) en las grandes compañías puede relegar al resto a meros usuarios, sometiéndoles a los designios y orientaciones de sus intereses. Los gigantes tecnológicos que lideran la digitalización son quienes más están invirtiendo en IA, seguidos de sectores como la automoción, servicios financieros, energía y recursos, medios y entretenimiento, o transporte y logística. Como podemos observar la IA tiene un gran potencial en las tres dimensiones de poder, el económico, el militar y el informativo.

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