La analítica muestra síntomas preocupantes: disminución del número de colegiados, ejercicios económicos deficitarios, convenios con resultados inciertos, escasa participación en procesos electorales… Lo correcto sería presentarles un diagnóstico completo y un tratamiento adecuado. Siento defraudarles pero el estudio me resulta muy complicado y solo soy capaz de hilvanar sensaciones desordenadas.
Inquieta observar las dificultades para incrementar las matriculaciones en el Máster habilitante y que las empresas no privilegien el título oficial de Ingeniero de Telecomunicación, muchas de ellas conformándose con titulaciones de Grado o valorando otro tipo de másteres.
Desanima leer que hay empresas del sector TIC que no encuentran perfiles adecuados para sus puestos de trabajo.
Motiva evocar que para el desarrollo profesional es fundamental la formación continua de por vida.
Ilusiona contribuir al enriquecimiento de la colaboración entre el mundo académico y el empresarial.
Estimula comprobar el aprecio por una cercanía institucional que reconoce la diversidad territorial de los intereses y expectativas sociales en el ámbito de las telecomunicaciones.
Sorprende constatar que no cumplirían el requisito, para ser colegiados de Número, los catedráticos universitarios de materias relevantes para el ejercicio de la profesión que no hayan cursado el Máster habilitante; aunque, advierto, los colegiados de Honor no siempre son Ingenieros de Telecomunicación.
Agobia reflexionar sobre la propuesta que presentan las administraciones para un nuevo marco legal de los cole
gios profesionales; o acerca de los servicios que seduzcan a los jóvenes egresados de las universidades politécnicas; o sobre la fórmula que sustancie lo de “Ordenación y defensa de la profesión”…
Ya ven, una divagación con sensaciones tan dispares que no logro estructurar. Desearía mostrarme creativo para sugerir un modelo institucional nuevo y flexible. Como no lo consigo, me presto a escuchar y aprender de los especialistas en esta patología. Apreciaría que en la terapia no se recurriera a la nostalgia ni al voluntarismo; que la mirada se orientara hacia ese futuro que anticipan los hechos del presente, y que no se ignorasen los motivos de los titulados que han decidido abstenerse.
A pesar de la preocupante analítica, el paciente presenta buen estado de ánimo y los doctores son optimistas
