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Tribuna

María José Monferrer

María José Monferrer

Ingeniera de Telecomunicación / Miembro del GT Mujer IT del COIT / Presidente Aiverse.tech.

Liderando el verso y el metaverso

La diversidad de cultura, procedencia, formación, generaciones y experiencia del equipo de dirección y de los miembros de los consejos de administración, mejora y enriquece la toma de decisiones

 

Los ingenieros y, sobre todo, las ingenieras tienen por una parte que liderar la transformación digital y cultural en sus empresas y, por otra, la responsabilidad de poner en valor su profesión

La evolución tecnológica nos abre un mundo de nuevas posibilidades que rompe de forma definitiva con todos los antiguos paradigmas.

La llamada transformación digital no solo afecta a procesos, canales y modelos de negocio, sino que también impacta directamente a las personas y su evolución. Además, afecta también a la necesaria formación para enfrentarse a los nuevos retos orientados en gran parte a diferentes aspectos de la sostenibilidad.

Para adaptarse internamente al nuevo paradigma y convertirse en empresas sostenibles, con compromisos sociales, ambientales y de buen gobierno, las compañías deben realizar upskilling y reskilling en su capital humano, y potenciar el ESG (Enviromental, Social y Governance).

Para ello, y adaptándose a una tendencia imparable, las empresas están incorporado cada día más mujeres en puestos de dirección y en sus consejos. Vivimos en un mundo en transición, repleto de oportunidades que se encuentran en esa línea poco definida donde la legalidad a veces es dudosa, y donde la regulación no permite margen de movimiento.

Ya no solo se requieren competencias técnicas, sino que la creatividad, la flexibilidad y el pensamiento crítico y analítico son las habilidades más demandadas para todo tipo de puestos y, sobre todo, para puestos ejecutivos, en los que la diversidad de perfiles deviene imprescindible para la adaptación o, mejor dicho, para la evolución. Y es ahí donde los ingenier@s entran a jugar su papel, ya que muchos poseen no solo las competencias y habilidades necesarias, sino que además tienen conocimientos financieros, formación en consejos y, en la mayoría de los casos, una dilatada experiencia nacional e internacional. Todas estas habilidades les permiten dar el necesario paso y ocupar puestos de la máxima responsabilidad en las empresas. Un salto cuantitativo y cualitativo. De hecho, en 2016 de los 58 ejecutivos de las empresas del IBEX 35, el 33% tenía formación en ingeniería, lo cual es significativo. Cabe señalar que hace tan solo cinco años, solo tres de estos ejecutivos eran mujeres.

Según el ‘X Informe de Mujeres en el IBEX’ de IESE-Atrevia, en el año 2022 el sector de tecnología y telecomunicaciones es el que alcanza mayor paridad del mercado continuo, llegando a alcanzar una tasa del 37,18% . El informe resalta que la presencia de las mujeres en los comités de dirección de las empresas del IBEX-35, órganos de poder efectivo, es tan solo del 18,32%, lo que contrasta con el 33,94% de mujeres en los consejos de administración, aunque en junio de 2020 la CNMV aprobó una reforma del Código de Buen Gobierno que la aleja: pide el 40% para 2022.

La representación de mujeres el año pasado tuvo un peso y responsabilidad notables al frente de comisiones clave como la de sostenibilidad y buen gobierno, retribuciones y nombramientos y riesgos y cumplimiento (ESG).

La diversidad de cultura, procedencia, formación, generaciones y experiencia del equipo de dirección y de los miembros de los consejos de administración, mejora y enriquece considerablemente la toma de decisiones, e incrementa la innovación y la creatividad. Aun así, la cuestión a plantearnos es: ¿la tendencia tiende realmente a la diversidad? De los y las consejeras del IBEX, ¿cuántos tienen formación en ingeniería o tecnología?

Imaginemos que eventualmente en el metaverso, aparte de la industria del entretenimiento que seguro son los primeros, todos adaptan o crean su modelo de negocio y las comunicaciones permiten la globalidad; el concepto de aldea global de McLuhan una vez más retoma sentido. ¿Quién en esta gran aldea será más competitivo? Tendrán ventaja aquellos que den el primer paso, y muchas respuestas que seguro veremos en diferentes estudios de universidades y escuelas de negocio en los próximos años, pero lo que no cabe duda es que el talento que lo hará posible es un #talentosingénero y el que incorpore mayor diversidad en toda su cadena de valor tendrá mayor alcance.

Muy desafortunadamente hemos pasado una pandemia que gracias a los avances científicos y tecnológicos no ha causado mayores estragos. Nos encontramos en un momento de recuperación, pero hay que tener en cuenta que lo que hagamos ahora marcará las diferencias entre los diferentes países los próximos años. Algunos invierten en ciencia y tecnología, forman a su capital humano a todos los niveles, pues tienen una fuerte apuesta de futuro donde claramente vislumbran que las personas y el talento es un bien escaso. Otros, sin embargo, apuestan por el corto plazo descuidando que tempus fugit y todo cambia, que no solo es adaptarse a las normas y al entorno, hay que innovar.

Las empresas que más cotizaban hace 10 años no son las mismas que ahora aparecen en muchos índices. Las de mayor capitalización bursátil superan con creces el PIB de muchos países, incluido España.

Actualmente la tecnología acelera y hace que las diferencias en muchos aspectos sean mayores. Por eso todos los esfuerzos son pocos y no implica obligar a innovar sino liderar innovando. Innovando en liderazgo, en tecnología, en ciencia, en emprendimiento, en educación/formación.

Los ingenieros y, sobre todo, las ingenieras tienen por una parte que liderar la transformación digital y cultural en sus empresas y, por otra, tienen la responsabilidad de poner en valor su profesión y ser referentes para fomentar vocaciones, vocaciones que en un futuro nos van a permitir, ojalá, vivir en un mundo mejor y no precisamente en el metaverso.

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