Tradicionalmente, cada hito distintivo de la evolución tecnológica ha ido marcando lo que se ha denominado una ‘nueva generación’. Así, cada avance en los dispositivos electrónicos, desde las válvulas a los circuitos integrados, pasando por el transistor, ha permitido a la computación transitar por distintas generaciones. Igual ha ocurrido con los lenguajes de programación o, por supuesto, con las comunicaciones móviles. El carácter disruptivo de algunas de estas generaciones ha dado lugar a auténticas revoluciones, por su capacidad de obrar cambios no sólo de carácter ‘cuantitativo’ sino también de tipo ‘cualitativo’.
Y es este uno de esos momentos, en los que la quinta generación de comunicaciones móviles ofrece una palanca de desarrollo para otras tecnologías, lo que permitirá avances que pueden estar llamados a revolucionar el mundo tal y como lo conocemos. Junto con la inteligencia artificial, el internet de las cosas, la analítica de datos, ciberseguridad, realidad aumentada, etc., la tecnología 5G está creando un contexto en el que casi cualquier cosa puede llegar a ser posible.
Y una vez más, las comunicaciones están precisamente en la base de este fenómeno. Como ocurrió en el pasado con el desarrollo de las primeras redes hasta la creación de Internet, la capacidad de enviar datos y comunicarse, ahora de la forma en que la tecnología 5G lo hace posible, y ya no sólo personas sino también máquinas, nos encamina hacia un cambio trascendental, que puede llegar a transformar aspectos esenciales de nuestras vidas. Dar forma a esta (r)evolución es la tarea que, como ingenieros de telecomunicación, tenemos por delante.
Pero cada generación se ha de construir sobre los logros de las anteriores. Y así nos lo enseña una generación de profesionales que fue capaz de enfrentar retos sin precedentes, como el de la conquista del espacio. Una generación que vivió momentos clave en la evolución tecnológica y que, con su legado, nos muestra que creatividad y capacidad de adaptación son constantes en el desarrollo de nuestra profesión. Algo que, sin duda, implica la necesidad de continuar entendiendo la ingeniería desde una perspectiva siempre abierta y comprometida.